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Viernes 20 de abril 2012

Don Enrique Guzmán y Valle

Por: Grover Pango Vildoso.
Don Enrique Guzmán y Valle
Foto: Wikipedia

Enrique Guzmán y Valle (1854-1923) se inició como profesor de matemáticas en el Colegio Nacional “Nuestra Señora de Guadalupe”, plantel del que fue alumno. Había estudiado para químico en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (1877) y luego, enrolado en el Cuerpo de Ingenieros, luchó en la guerra con Chile fabricando torpedos. Profesor de San Marcos y como prestigioso educador que era, desde 1909 fue primero profesor de la Escuela Normal de Varones y luego Director, desde 1915 hasta su muerte. Se considera que esta Escuela Normal, creada por San Martín el 6 de julio de 1822, es la entidad antecesora de la actual Universidad Nacional de Educación, que por ello lleva el nombre del ilustre educador.

Guzmán y Valle fue autor de La segunda enseñanza (1895) y El Libro de la Escuela Peruana (1906). Su mayor preocupación fue contribuir a la definición de los grandes retos que debía enfrentar la educación a fines del siglo XIX y principios del XX. En especial La segunda enseñanza desarrolla sus apreciaciones. Eran otros los retos de la humanidad de entonces y sus objetivos educacionales, pero sus factores se parecían bastante a los de hoy. Los estudiantes, los profesores, los programas, las tecnologías, las escuelas y los materiales existían; sobre ellos se reflexionaba y discutía con el mismo ardor que ahora.

No se puede obtener mucho de ideas extrapoladas, pero algunas pueden sorprender  -mutatis mutandis- por su real o aparente actualidad. En lo que puede llamarse la finalidad moral de la educación, tomando las ideas del filósofo francés Alfred Fouillé (1838-1912), pensaba Guzmán y Valle: "Importa no olvidar, al organizar la enseñanza, que el verdadero fin es trasmitir a la juventud, la herencia de las grandes ideas morales y cívicas, generadoras de los grandes sentimientos y de las grandes energías".

Decía frente a lo que hoy es el currículo: “Hace quince años (…) sostuve que los programas tenían una significación relativamente secundaria y que lo principal en la enseñanza era el maestro; pues un buen programa en manos de un mal maestro, no daría resultado alguno, así como un mal programa en manos de uno bueno, resultaría excelente.”

De la normatividad –a veces desesperantemente profusa ayer y hoy- planteaba: “Se ha creído siempre, y se cree todavía, que con dar decretos, reformar leyes y cambiar programas, se llega a mejorar la enseñanza, porque se parte del concepto equivocado de que un organismo se puede regenerar actuando de afuera adentro, por yuxtaposición, cuando la regeneración ha de venir de adentro, del alma, que es el profesor.”

Y en otro momento, en tratándose de lo que llamamos gestión educativa, sostenía: “ (…) en el Perú el malestar de la enseñanza desde la escuela hasta la universidad, se debe a razones políticas, administrativas y pedagógicas, y permanecerá tal como está, si no se modifican los métodos, si no se mejora el profesorado, si la dirección no se pone en manos de personas competentes, que las hay en el país, y a las que no se les debe crear dificultades sino ayudarlas en su labor.”

Dejemos a otro grande, José Antonio Encinas, despedirse con las razones de su admiración al maestro: “Yo saludo al gigante del Perú en ciencia y educación, en su acrisolada probidad. Me inclino reverente ante su memoria y expreso desde lo más íntimo de mi alma india: Guzmán y Valle, mi amigo, mi gran Maestro, era el auténtico renovador de los antiguos sistemas educativos y erradicó para siempre el castigo denigrante.”

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