Viernes 03 de mayo 2024 | Contáctenos
Más de 30 años después de la aparición de Sendero Luminoso muchos peruanos hemos olvidado las lecciones que nos dejó esa dolorosa experiencia, y volvemos a repetir los errores que permitieron el avance y el crecimiento del terrorismo.
El primer error se produjo en 1980, cuando el gobierno se negó a aceptar que estábamos ante terroristas subversivos y se cerró en que eran delincuentes comunes. Cuando se dio cuenta y envió a las fuerzas armadas, ya era tarde.
El segundo error fue dejar el problema en manos de las fuerzas armadas, siendo la subversión un tema político. Los militares se dieron cuenta del yerro y ejecutaron después una estrategia nueva que puso mayor énfasis en ganarse el apoyo del pueblo.
Pero ambos errores no pueden ser adjudicados solo a los gobiernos de turno. Toda la clase dirigente comparte esta responsabilidad, no porque se negara a resolver el problema, sino porque no lo comprendió en su momento. Todos estábamos aprendiendo.
Otra grave equivocación fue la falta de claridad frente al enemigo. En este error cayó la prensa, pues algunos medios creyeron que los terroristas eran guerrilleros románticos y asumieron una postura “neutral” en la lucha. Cuando la verdad se hizo evidente, el terrorismo ya había avanzado y penetrado la sociedad.
Como periodista, de haber estado en el VRAE, también hubiese buscado a los jefes terroristas. El gobierno se equivoca por ello al criticar a toda la prensa por haber entrevistado al asesino “Gabriel”. Cuidado, el problema no está en informar, sino en cómo se informa.
Algunos medios han tenido siempre una postura ambigua ante el terrorismo por razones ideológicas o políticas. Estos seguirán publicando titulares concesivos, fotos de terroristas sonrientes, y sembrarán siempre la duda sobre el accionar de las fuerzas del orden. No podemos evitarlo porque vivimos en democracia.
Pero los periodistas que nos equivocamos de buena fe debemos asumir y corregir los errores del pasado, cuando le dimos un despliegue irresponsable a los actos de los terroristas, y los convertimos en “héroes” mediáticos (Edith Lagos y Carlota Cuti), o en “víctimas inocentes” del estado democrático (Sybila Arredondo y Edmundo Cox), por mencionar solo unos casos.
No podemos ser ahora neutrales sabiendo que la banda del VRAE tiene el mismo objetivo de Sendero Luminoso: liquidar la libertad e instaurar una tiranía. Si hoy asesinan solo a soldados y policías es por cálculo político, porque cuando tengan poder matarán a los que quieran.
Los periodistas tenemos que defender con firmeza la democracia porque es el único sistema que garantiza la libertad de prensa. La historia nos enseña que no podemos ponernos de perfil, ni ser la caja resonancia gratuita de los intereses del terrorismo. Demasiadas vidas ya han costado nuestros errores del pasado.
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