El Barcelona y el partido que no podía perder ante el Real Madrid

Cristiano Ronaldo, el verdugo hoy del Barcelona

El Barcelona no tenía derecho a empatar. Ni mucho menos a perder. Peor aun si jugaba en condición de dueño de casa, en un Nou Camp abarrotado de espectadores; la gran mayoría ovacionando al cuadro azulgrana. Pero el destino hoy le tenía deparado otro escenario. No solo no pudo empatar, sino que incluso, lo peor, cayó derrotado ante un Real Madrid que con un empate hubiese colmado las expectativas de una hinchada que no ve la hora de ver a su equipo dar la vuelta al campo llevando consigo la copa de la Liga de España. Nada más que eso.

La suerte está echada. Los siete puntos que ahora separan al cuadro de Pep Guardiola de los once dirigidos por el casi siempre intratable José Mourinho, a no ser que algo extraordinario y poco probable suceda, constituyen una barrera podríamos decir insuperable para el cuadro catalán. Tendrían, en cualquier escenario, los de Catalunya hacerse de los doce puntos que como máximo podrían obtener, y por su parte los del cuadro merengue perder dos de sus cuatro encuentros y empatar uno. O, en el escenario menos probable, perder los cuatro match que le quedan por disputar.

El verdugo de los catalanes está noche fue Cristiano Ronaldo. Su talento y el destino quisieron que las cosas sucediesen así. Y no sin algo de ironía; no hacia ni siquiera dos minutos que el chileno Alexis Sánchez, inmediatamente después de ingresar al rectángulo de juego, había marcado el tanto del muy transitorio empate, cuando a los 27 minutos de la segunda etapa, magistralmente alimentado desde la derecha, el goleador lusitano de esta temporada del fútbol español superó con un tiro a ras del cesped la resistencia de un Valdez que nada pudo hacer.

Esta vez, no cabe duda, las cosas hay que llamarlas por su nombre, Mourinho fue más que Guardiola. No solo porque el catalán demoró en demasía el ingreso de un Alexis Sánchez con hambre, a todas luces, de gol, sino también porque no pudo resolver la ecuación que le planteó el portugués a lo largo del encuentro. Guardiola no supo que hacer para crear espacios para y a partir de un Lionel Messi que hoy brilló por su ausencia. Y lo que es peor, no supo calmar las aguas inmediatamente después del gol del empate, mostrando en esta oportunidad falta de oficio.

Perdiendo hoy el Barcelona no solo ha puesto por lo tanto punto final a su lucha por el título de la Liga, sino también, a no ser que la confianza le sea renovada, a la era de Joseph Guardiola al frente del comando técnico. Ya que que a pesar de que obtener un segundo lugar en una Liga tan competitiva como la ibérica no es poca cosa -otros equipos se sentirían en su lugar más que satisfechos-, para el Barcelona quedar segundo y, sobre todo, detrás de su archirrival madrileño, es como quedar tercero, cuarto o quién sabe peor. Alguien, aparte del costo moral para el hincha de a pie, debe pagar la factura por la derrota. Por la pérdida del título, al caer el club catalán abatido en el partido que no podía perder.