La ultraderecha avanza en Francia: El sistema político francés contra las cuerdas

Jean Marie Le Pen, retirado de la política desde 2008, junto a su hija, Marine Le Pen, lidereza del Frente Nacional,
quien obutvo hoy cerca del 20 por ciento de los votos en la primera vuelta presidencial en Francia

Vergüenza ajena es lo que suscita hoy en todos aquellos que defienden la tolerancia y la inclusión, valores consustanciales a la vida en democracia, el porcentaje que ha obtenido este domingo 22 de abril, en el marco de la elección presidencial francesa, la candidata del partido de ultraderecha galo, el Frente Nacional. Marine Le Pen, hija de Jean Marie Le Pen, fundador de esta organización política cuya aparición data de octubre de 1972, ha logrado al obtener más del 19 por ciento de la votación convertir a su partido literalmente en la fuerza dirimente de miras a la segunda vuelta que se llevará a cabo el domingo 6 de mayo.

Dos de cada diez electores que fueron a ejercer su derecho al voto en el hexágono y allende las fronteras francesas permitieron, en medio del exultante bullicio producido por los hurras de sus seguidores, quienes no podían dar crédito a lo que estaba sucediendo, que la rubia de la ultraderecha gala anuncie que “la Batalla de Francia viene de iniciarse”. Y que muchos desde sus filas afirmen que el Frente Nacional se ha convertido desde ya en “el principal partido de la oposición en Francia”. Esto, a pesar de que Marine Le Pen no ha logrado lo que su padre alcanzó en la presidencial de 2002, pasar a la segunda vuelta.

Francia una vez más, fiel a su tradición, parece avanzar políticamente hablando sobre el filo de una navaja. La prueba, la lideresa del Frente Nacional tiene el camino casi allanado para lograr lo que un Jean Marie Le Pen de casi 84 años no logró, hacer que el sistema político francés entre en una fase de implosión. Para esto solo tendrá que negociar, al decir de no pocos, con un desesperado Nicolas Sarkozy, quien al jugar con las tesis de fuego de la extrema derecha francesa se quemó prácticamente las manos en esta primera vuelta, al superar por poco más de 5 puntos porcentuales a la candidata del Frente Nacional.

Hoy como en pocos momentos durante las últimas tres décadas, periodo en el que el Frente Nacional ha gozado de presencia electoral en la política francesa, la llamada “estrategia de la diabolización” de la extrema derecha parece haber logrado que las tesis xenofóbicas y excluyentes que encuentran en el inmigrante, el Islam, la Unión Europea y la Mundialización el origen de los males que aquejan al conjunto de los galos, calen y no con poca profundidad en el electorado francés. El Frente Nacional, como en pocos momentos a lo largo de su historia, tiene así la oportunidad de negociar en posición de fuerza la aceptación de sus tesis extremas.

Delicada es la situación que atraviesa el sistema político francés, cuyos dos principales organizaciones, la Unión por la Mayoría Presidencial, liderada por Nicolas Sarkozy, y el Partido Socialista Francés, liderado por quien ha obtenido hoy la más alta votación, François Hollande, han sido identificados por Marine Le Pen como los partidos de “la banca, las finanzas y las multinacionales”. Los cantos de sirena de la ultraderecha por lo pronto han conquistado a más de 6 millones y medio de electores, poniendo contra las cuerdas al presidente saliente de miras a la segunda vuelta. Y a todo el sistema político de miras a las legislativas de junio próximo. Toda una vergüenza para Francia. Vergüenza ajena para el resto del mundo.