El Perú es uno de los países menos felices en Sudamérica, revela el Primer Informe sobre Felicidad de la ONU realizado por la Universidad de Columbia”. Esta conclusión basada sobre estadísticas que tratan de reflejar el “estado de felicidad” de nuestra sociedad me hizo meditar tratando de buscar relaciones directas con otras estadísticas, como el ranking de optimismo empresarial, donde nuestro país aparece líder, según el reporte del International Business Report (IBR) para el 2012.
Estas dos interpretaciones parecen contradictorias, así como otras tantas estadísticas que reflejan futuras expectativas de crecimiento y de mayor inclusión económica y social, que deberían hacernos pensar que estamos en la senda de alcanzar mayor felicidad como sociedad, y es aquí donde hallo que aún somos un país en el que coexisten dos Perú: “el oficial y el otro Perú” que en palabras de José Matos Mar describe de la mejor manera nuestra realidad.
La revolución económica y social que experimenta el Perú se encuentra en pleno desarrollo, conformado por millones de emprendedores que desde hace décadas decidieron dejar la pobreza del campo para ubicarse en la ciudad, donde las expectativas de trabajo les permitía soñar con mayores ingresos y convertirse en peruanos de pleno derecho, a pesar de la exclusión permanente al que enfrentaban por ese “Perú formal” de donde proviene la mayor parte de las estadísticas formales.
La baja autoestima de nuestra sociedad emergente reflejada por la primera encuesta evidencia las expectativas de este “Perú Informal” que aún ve en el Estado y en la “formalidad” enormes resistencias para su total integración. Es justamente esto lo que crea frustraciones y con ello la infelicidad. Por suerte la tendencia es el de mayor bienestar, y la integración total de nuestra sociedad es cuestión de tiempo (Con información del diario La República).
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