El Perú necesita para el siglo XXI incrementar exponencialmente la oferta de agua y para esto hará falta una masiva inversión privada en agua. Hablamos de “sembrar” agua en dos millones de hectáreas de puna, por ejemplo, la mayor parte en tierras comunales por encima de los 3,500 metros desde Cajamarca hasta Puno, y almacenar dentro de la Cordillera de los Andes un volumen de diez mil millones de metros cúbicos de agua, equivalente a cuatro veces la suma de los diez grandes reservorios del Perú. Algo similar a un lago Titicaca dentro de los Andes. Hablamos de acabar con la tragedia de que el agua vaya a perderse en el mar luego de causar en su camino, cada año, huaicos y pérdida de vidas y bienes.
No hay propiedad privada del agua en el Perú, sin embargo. Es un “patrimonio de la nación”, como los demás recursos naturales, y de esta decisión se desprende una cadena de consecuencias. La primera es que el Estado concesiona el agua. La concesión se llama “licencia de uso” y esta licencia es intransferible. Formalmente, no se compra una licencia de agua sino cuando se compra la tierra a la que está atada.
La segunda consecuencia es que la informalidad campea en el agua. Existe un precio oficial –la tarifa– que fija el Estado (la Autoridad Nacional del Agua), y existe otro informal que se forma localmente de la oferta y demanda (para nada libre). No habrá inversión privada masiva en agua, sin embargo, mientras no existan derechos formales de uso sobre el agua.
Esto parece una tarea imposible. Como quiera que la licencia de agua es intransferible, sin embargo, y ésta sigue la suerte de la tierra, la mejor manera de formalizar el agua es titular universalmente la propiedad de la tierra, incluyendo la propiedad comunal de la tierra. Es la titulación lo que permitirá convertir en capital el activo de la tierra (y sus derechos de agua) y a su poseedor en propietario. Y es la propiedad de la tierra lo que permitirá a más miles de comunidades andinas poseedoras de tierras de puna negociar libremente con empresas mineras las masivas inversiones en la “siembra” del agua que necesitará el Perú del siglo XXI (Con información del diario Expreso).