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Martes 24 de abril 2012

Lo importante es llegar a la meta

Por: Grover Pango Vildoso
Lo importante es llegar a la meta
Foto:comofijarmetas.com

Entre otras, llevo conmigo una historia pedagógica de un profesor de educación física y dos estudiantes, todavía pre-adolescentes, como una lección que merece recordarse. Uno de los niños era más bien gordito, de una contextura que lo hacía muy poco ágil y atlético. El segundo mostraba una cojera, al parecer por una poliomelitis apenas controlada, que aunque leve, era evidente.

Por entonces los profesores de educación física aplicaban pruebas de rendimiento físico a todos los estudiantes, sin excepción. Quedaba claro que la finalidad no era la competición, aunque era también cierto que así se descubrían a los muchachos con atributos especiales para las competencias deportivas. Ahí está precisamente la dualidad de la bien llamada “educación física” que todos merecemos tener.

El gordito les tenía pánico a todas estas experiencias, para las que se declaraba absolutamente inútil. El cojito era para casi todo, sin retintín, el entusiasmo andando. Pero una carrera, aunque fuera sólo de 50 metros planos, era algo más complicado.

Para ambos culminarla demandaba un esfuerzo excepcional. Y allí surge la figura y el rol fundamental de un buen maestro. Observador atento a las características de sus alumnos, el profesor agrupó a sus alumnos de tal modo que las diferencias en el desarrollo de la prueba tuvieran un efecto positivo. La preparación anímica para los “competidores” incluía una arenga que facilitaba las cosas y cuyo mensaje central era: lo importante es llegar a la meta.

Dispuestos los grupos de manera adecuada, los niños de esta historia corrían por separado y tenían por “rivales” a quienes exhibían rendimientos medianos en velocidad, de modo tal que fuera menos ostensible la diferencia. Y los gritos de natural aliento de los entusiastas observadores no se dirigían a quienes podían ganar, sino a quienes, con toda seguridad, llegarían últimos. Nunca he visto correr a un gordito con tanto empeño. Y el cojito, liberado de temores apenas pudo, era quien más disfrutaba la carrera.

No es posible olvidar cuánto hizo este magnífico profesor por la autoestima de estos muchachos, particularmente, pero también por todos los demás. Si entre las voces de algazara se alzó alguna para burlarse de algún participante, no sólo recuerdo al profesor ubicando fijamente al infractor, sino encontrando alguna oportunidad posterior para poner en aprietos al ocasional burlón. Pero jamás utilizó el escarnio; hay mensajes que se dan en silencio.

Lo importante era llegar a la meta. Hay veces que el resultado no está en las ubicaciones logradas o los tiempos obtenidos, sino en el valor del proceso desarrollado. La lección de mi amigo profesor de educación física era que TODOS SUS ALUMNOS corran y lleguen, nada más. Otra cosa, sin duda valiosa y mucho, es que los más veloces lleguen primero.

Siempre pienso en esta experiencia cuando se trata de asuntos que hay que enfrentar. En el habla popular existe aquello de que “no hay que llegar primero sino hay que saber llegar”, que es más o menos lo mismo. Pero los tiempos han ido cambiando. Por eso es tan serio el deber de nuestra educación: deben partir todos, tienen que saber llegar y -así son las cosas- es necesario buscar que sean los mejores.

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