Miércoles 01 de mayo 2024 | Contáctenos
Iker Casillas, aunque atajó dos penales, no pudo detener el lanzado por el rubio Bastian Schweinsteiger.
Quienes creyeron en algún momento que el Real Madrid podría lograr este año lo que le es negado, dado sus mediocres performances, al Barcelona, su rival de toda la vida, no solo se han equivocado, sino también se han llevado una gran decepción. Lo que le esperaba al Real Madrid no era el equivalente de la otra cara de la moneda. Para nada. El equipo merengue, esta noche, en un nunca como antes madrilísimo Santiago Bernabéu, colmado por más de 80 mil espectadores, no pudo validar las esperanzas que sus millones de seguidores en España y el mundo entero habían depositado en el equipo dirigido por el casi siempre controvertido José Mourinho.
El Real Madrid podrá tan solo, “que se den por satisfechos” dirán sus detractores, lo que no es poca cosa, dar la vuelta olímpica portando la Copa de la Liga de España. Esta noche, un equipo teutón, ávido de de gloria, el Bayern de Múnich, tras una tanda de penales, luego de 120 minutos de juego, enmudeció a todo un estadio y a gran parte de la España amante del fútbol, al convertir más goles en esta suerte de lotería que son los tiros desde los doce pasos. Nada pudieron hacer los ruegos de un José Mourinho que en actitud contrita, de rodillas, mostrando una faceta hasta ahora desconocida de su personalidad, presenciaba como el acceso a la final se le escapaba.
Nada, ni nadie. Ni incluso Iker Casillas, el hombre que se convirtió, gracias a sus magistrales atajadas, en el baluarte de la resistencia española en canchas sudafricanas cuando la situación así lo exigió hace casi un par de años, guiando a la escuadra peninsular hacia al triunfo final y a la conquista de su primera Copa del Mundo. Esta vez sus dos atajadas, festejadas a más no poder en las graderías, no fueron suficientes; el disparo del rubio y frio germano que es Bastian Schweinsteiger sellaría, selló, la suerte del equipo merengue. Y sumió en la angustia a millones de aficionados que tomaron súbitamente conciencia que todo por esta vez había terminado.
Y sin embargo, los análisis al unísono coinciden, el futuro no tenía por qué revelarse en esta forma. Máxime si gracias a dos goles del portugués de oro que evoluciona en el fútbol español, Cristiano Ronaldo, quien ante el arco contrario no perdona, el Real, apenas jugados los primeros quince minutos, se imponía con cierta holgura al equipo alemán haciendo que muchos se permitiesen presagiar a esa altura del encuentro una cómoda victoria del equipo ibérico. Pero no, vale la pena decir una y otra vez, eso significaba, craso error, no contar con la característica tenacidad que hacen gala los equipos germanos cuando de disputar partidos trascendentales se trata.
El Bayern de Múnich disputará por lo tanto el próximo 19 de mayo, en su propio estadio, en la ciudad de Múnich, una final más en su larga y rica historia frente al Chelsea. Por su parte el Real Madrid, al igual de lo que le sucedió tan solo pocas horas antes al Barcelona, tendrá que contentarse, aunque en su caso por segundo año consecutivo, con el hecho de haber jugado tan solo una semifinal más de la Champions League. Y mostrar en caso que el porvenir le depare una tercera oportunidad, como que la habrá, y por cosas del destino tenga que enfrentar otra vez a un once germano, que el repliegue como estrategia para triunfar en este tipo de lides no es lo mejor que hay por hacer. Hasta la próxima.
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