¿Victimado en vez de victimario?

De acuerdo con el aún vigente “padre del psicoanálisis”, Sigmund Freud, la Proyección sucede cuando la persona recurre a la estrategia mental de colocar en el mundo exterior, fuera de su psiquis algo que realmente es propio de su mundo interno. Por medio de este artificio mental, la persona -como mecanismo de defensa- evade su responsabilidad  por una experiencia o situación causada o vivida por ella, y la imputa a otras personas, cosas o fenómenos.

El sujeto se convierte en “víctima” y pretende ocultar que es el victimario. A veces llega a creer su propia mentira. Consiste  en defenderse de posibles situaciones de culpa en su conciencia a través de la proyección externa de una situación. Es incapaz de aprehender una realidad positiva del entorno, Si alguien se atreve a corregirlo, se convierte en su enemigo. Practica el “victimismo”. Esta clase de actitudes son frecuentes, pero como sucede con la mayoría de trastornos psicológicos: la gente no los percibe.

El victimismo es un trastorno paranoide de la personalidad. El sujeto adopta un rol de víctima a fin de culpar a otros de conductas propias, y  enarbolar la compasión de terceros como defensa a supuestos ataques. Es como adelantarse a culpar a otros de lo que deben culparlo a él. Pero sucede que al no lograr sus objetivos, el sujeto puede llegar  con facilidad a la desesperación, al resentimiento y al  deseo de venganza contra los que le rodean. Esta actitud se puede expresar de diversas maneras.

Puede ser a través del victimismo paranoide intergrupal: acusar de una supuesta persecución, conspiración o incomprensión por parte del otro grupo; o del llamado victimismo populista  paranoide: inculpar de supuestos fracasos a directores, administradores de la empresa , dirigentes de un partido político, ideólogos, etcétera; adoptando el papel de víctima y llegando al extremo de exigir justicia popular: despidos, inhabilitaciones, encarcelamientos. El culpable se convierte en verdugo.

La persona afectada con este síndrome, no tolera lo que les hacen sus “victimarios” mientras que sus propios errores o defectos son cosas sin importancia. Encuentra placer en llamar la atención, (el narcisismo es parte del trastorno), deseando protagonismo mediante una estrategia de lamentos para obtener compasión. Tiene la habilidad de convertirse en consejero de sus “victimarios” y puede transformarse en apóstol de la verdad invocando con ritualidad  el apoyo de Dios. Si es un líder político, sueña con ser una especie de Mesías. Nunca puede proclamar con el ejemplo.

Otra de las formas de expresar su trastorno es el victimismo agresivo,  que consiste en molestarse porque otros no son como él desea. Su malestar pasa al conflicto y la violencia, que lleva al ataque: acusaciones calumniosas,  para causar daño moral, emocional o físico Por ello este mal se presenta junto con la megalomanía, debido a que el sujeto, no se siente elogiado e imagina ser víctima de supuestas conspiraciones.

Los antecedentes de esta clase de sujeto demuestran que  se relacionan con el fenómeno de la mitomanía. La mitomanía es el trastorno de conducta que consiste  en mentir en forma patológica y continua, con la ilusión de hacer más soportable la realidad. Desfigura la propia idea que tiene de sí mismo, con delirio de grandeza o  disfrazando sus orígenes humildes. Hasta llegar a creerse su propia historia Algunos políticos, cantantes y magnates sufren de esta disfunción.

 La retórica de estos sujetos descalifica al adversario mostrándolo como atacante en lugar de refutar sus afirmaciones. Sus discursos son demagógicos. Adopta el rol de víctima dentro  de la discusión, de tal forma que el adversario que es el “victimado” de la patraña aparece como un farsante autoritario.. Este artificio tiene un efecto casi total en la población de los niveles socioeconómicos  C, D y E. Homework: identificar si existen algunos famosos que sufren de proyección en el Perú actual.