El proyecto Conga ya tiene una definición a partir del discurso presidencial que trató de dar respuesta a la polarización señalando que será viable siempre y cuando se cumplan un conjunto de condiciones que deberían ser aceptadas por las partes en conflicto.
Bien ha dicho Lourdes Flores que la empresa Yanacocha debería ceder y acatar pero en cuanto a la oposición social en Cajamarca, el asunto se ve mucho más difícil. A partir de ahora debería iniciarse un diálogo en el que la técnica y la política se unan para objetivos pre establecidos aunque la conflictividad social sigue apuntando a un desenlace incierto.
Y es que hay mucho en juego. La cautela exhibida por el gobierno no parece ser suficiente para que los intereses empresariales corporativos o la presión mediática de la derecha entren por un cauce racional. Tampoco para que los pobladores dejen la indignación embalsada y se sienten a la mesa.
Momento de precariedad en el que los protagonistas deben descartar la confrontación para evitar un baño de sangre. Ollanta ha dado un importante paso aunque no deja de estar entre la espada y la pared. Quienes pretenden que Conga vaya a como de lugar llegan al desparpajo de desconocer al gobierno sus legítimas atribuciones de buscar una solución política que evite pérdidas humanas por encima de todo. Pretenden que la técnica es la que habla a través del peritaje y el gobernante no tiene más que decir.
Esta lógica lleva a la militarización y a la mano dura para imponer el Proyecto. Y lleva a muertos que serán cargados políticamente por Ollanta y no por ellos. Del otro lado tampoco parece haber disposición alguna para los argumentos técnicos, por el contrario se sigue alentando la presión social que puede llegar a la violencia y a la inmolación. En el camino ambas partes ya han conseguido algo de sus objetivos y podrían venir más si el diálogo avanza. Lamentablemente el manejo mediático interesado sigue apuntando a las emociones y no a las razones. El tema sigue siendo la desconfianza y la desinformación, los gritos destemplados en las antípodas del diálogo. Sólo una tregua mediática dejaría de lado los fantasmas, las amenazas, las imposiciones, los ataques y los alaridos que son estímulo para la violencia.
El país entiende que sus recursos mineros pueden y deben explotarse pero también que la minería no puede seguir siendo autodestructiva ni responder sólo a intereses privados. Que debe dejar riqueza para los verdaderos dueños que son los pueblos. El discurso presidencial ha sido un avance. Le toca a Yanacocha y Newmont y a los dirigentes regionales y populares no alentar mayor protesta social ni victimas que lamentar.
La aspiración nacional es unir la realidad de lo político y de lo económico con los criterios técnicos a fin de llegar a una racionalidad funcional que equilibre la subjetividad de la ideología con la eficacia de las soluciones posibles. Y esto solo puede surgir de la cesión de posiciones y del acercamiento. Política y Técnica no son antagónicas como parece entenderlo el Premier Valdés. Los fines sociales y morales de la política necesitan técnicas o medios ordenados que la lleven por el camino correcto hacia el objetivo. Son fines superiores que corresponde liderar al gobernante por elección popular y no a ningún grupo mediático o empresarial.