Fue a mediados del mes de julio del año pasado que a su paso por Madrid, mi hermano Francisco me inició en el conocimiento de la especie que conocemos con el nombre de Aloe Vera. Recuerdo haber visto, cuando abrió una de las maletas que trajo consigo, unos pomos de color amarillo, tres que llamaron mi atención. Poderosamente sobre todo cuando algunas horas más tarde, poco antes de cenar, bebió una medida de ese jugo que él calificó como milagroso. “Me ha ayudado, no te imaginas cuánto y cómo en el proceso de la cura del mal que me aquejaba, el llamado colon irritable”, recuerdo que entonces Francisco me dijo.
Han pasado casi diez meses desde que tomé por primera vez el jugo que hoy sin exageración, al igual que lo hizo antes de aquella cena mi hermano, llamo también milagroso. No exagero. El Aloe Vera, la Sávila Verdadera, ingresando aquel día en mi hogar, ganándose un lugar por siempre, se ha convertido en un complemento fundamental de mi ingesta diaria. No hay día desde mediados de julio del año pasado que haya dejado de tomar unas medidas, el equivalente a tres cucharas de sopa, de este jugo que se extrae de las hojas suculentas de esta especie que crece a plenitud, hasta alcanzar más de un metro de altura, en los lugares de clima tropical o subtropical.
No ha habido días, durante todo este tiempo, que Luis, mi esposo, y Fiorella, mi hija, quienes se iniciaron casi al mismo tiempo que yo en su consumo, hayan dejado de beber este jugo que se obtiene, cuando la planta ha alcanzado su talla máxima, de gruesas hojas que hacen gala de un ancho de hasta de 15 centímetros. Y no se equivocaron al seguir mi ejemplo, ya que nada más que beneficio para sus vidas pueden traer consigo las hojas del Aloe Vera Barbandesis Miller, cuyo jugo portador de vitaminas, minerales, enzimas y aminoácidos, potencia la salud de quienes lo beben, tal como ellos cotidianamente lo hacen.
Por eso, incito a todos aquellos que por una razón u otra deriven a las líneas de este artículo, a que se inicien en el consumo, sin perder más tiempo y sin dudas, de este jugo de poderes verdaderamente “mágicos”. Una “magia” que, puedo decir tan solo a título de introducción por ahora, es la traducción de la sinergia que se origina cuando las enzimas se encuentran con vitaminas como la A, B1, B2, B3, B6, B12, C y E, así como con minerales como el Calcio, el Fósforo, el Potasio, el Sodio, el Magnesio y el Manganeso, el cobre, el cromo y el zinc, al igual que con los aminoácidos y los mono y polisacáridos, en el seno de este fructífero jugo.
A partir de hoy queridos amigos, deseo compartir este viaje al interior del universo del Aloe Vera, un vasto espacio que me propuse conocer desde hace algunos meses. Las aristas son múltiples, la tarea es apasionante, sobre todo ahora que conozco los poderes curativos de esta planta, una especie, como pocas en el mundo, que ha sido puesto al servicio, en el sentido más amplio y noble del término, del ser humano. Para servirlo preservando su salud y servir así a la vida. Lo que exactamente está haciendo con mi familia desde que nos iniciamos en su consumo a través de los productos de Forever Living.