Un grande del balompié mundial le ha dicho adiós a los verdes rectángulos del fútbol en Europa. En el viejo continente no volverá a hacer rodar la redonda. Lo ha hecho lejos de su patria, lejos de su Madrid querido que durante 16 años, entre 1994 y 2010, se deleitó con su fútbol, gritó hasta más no poder celebrando sus goles y festejó frenéticamente todos los títulos que gracias a él el equipo emblemático de la capital española, el Real Madrid, conquistó. El escenario, el estadio Veltins-Arena de la germana Gelsenkirche, donde el Schalke 04, club que le dio cobijo en el 2010, disputa sus partidos en calidad de local. Un estadio abarrotado de espectadores que con su presencia honraron esta memorable ocasión.
Se veía venir, los años no pasan en vano, no para quienes evolucionan en el rudo y extremadamente exigente deporte que es el fútbol europeo de primer nivel, no para Raúl González Blanco, simplemente Raúl, quien a tan solo 60 días de cumplir los 35 años de edad decidió poner punto final a una excepcional trayectoria futbolística que se inició en 1988 cuando contaba tan solo con 11 años de edad y jugaba entonces por el equipo amateur de su barrio natal, el CD San Cristóbal de los Ángeles. El alejamiento de los estadios europeos equivale, por más que el mismo Raúl sostenga que tiene otros proyectos lejos de Europa ante sí, al retiro, pues es la gran competición el único escenario en el que este talentoso jugador puede verdaderamente evolucionar. El tiempo le ha pasado como se dice la factura.
Raúl se ha ido, ha dicho adiós a los estadios europeos en los que brilló. Pero fiel a su estilo, como para que lo recuerden por siempre, al punto que reserven el Número 7 del Schalke 04 nada más que para él, lo ha hecho de la mejor manera, se dio el gusto de marcar un gol, el tercero de cuatro con los que su equipo derrotó al Hertha de Berlín. Completando así los 15 tantos en la actual temporada, 39 en las dos que ha participado en el campeonato germano vistiendo la camiseta azul Prusia del Schalke 04, un equipo que gracias a su presencia este año, ocupando el tercer lugar en la Bundesliga, se ha ganado el derecho a participar directamente en la altísimamente competitiva Liga de Campeones europea.
Los germanos, los directivos del Schalke 04, a pesar de lo que le indicaban el paso de los años, hubiesen deseado que esta leyenda viva del fútbol continúe honrando, motivando y liderando de esa manera con su experimentada presencia a este equipo originario de la cuenca del Ruhr con sueños de grandeza. Pero no, se tuvieron que resignar y decirle adiós gritando voz en cuello “Gracias señor Raúl”, pues, seguro estoy, para este goleador de la élite del futbol mundial, conocedor de sus límites, no hubiese sido honesto hacerlo. Y emocionado hasta las lágrimas, rodeado de sus cuatro hijos, levantando los brazos, apenas pudiendo expresarse, se alejó y dio por cerradas todo tipo de especulaciones en torno a su futuro, como la que era una eventual convocatoria para vestir nuevamente “La Roja” española.
Para quienes, con el pasar de los años, pensado en el fútbol, retrocedan en el tiempo y dirijan su mirada hacia la última década de los 90 y la primera del aun nuevo mileno, verán surgir entre los grandes, los más grandes, a un jugador que a nivel de clubes ganó todo lo que puede ganar un player de excepción como él. Uno considerado en el 2011 por la UEFA como el quinto mejor jugador de la historia de la Liga de Campeones. Uno que con sus 323 goles convertidos portando la merengue del Real Madrid, el club de sus amores, sus 44 goles vistiendo “La Roja” ibérica y los 39 con la del Schalke 04, nos hizo amar más a este deporte que denominados el fútbol. Su nombre, no lo olviden: Raúl.