Vivir en el Amor es antes que nada, respetarse a uno mismo. Dejar de negarse el bien, lo bueno, las buenas oportunidades, los mejores deseos, la realización personal.
Vivir en el Amor no quiere significar permanecer en un constante estado de “dicha”, en el cual, nada de lo que acontece nos moviliza internamente. No es vernos en absurdos papeles de permanentes tiernos y tibios que no toman partido por nada que pueda hacernos salir de nuestro centro.
Vivir en el Amor es ser sensibles. Y ser sensibles es comprometernos.
El Amor nos hace vulnerables. Sí, vulnerables a los acontecimientos externos, a las acciones ajenas, a los efectos de la crueldad, la ignorancia y la injusticia.
Por eso, cerrar los ojos y hacer de cuenta que nada pasa, es también negarnos al Amor. Encerrarnos en nuestro propio universo autoconvenciéndonos de que “todo está bien”, no es “ser positivos”. ES MENTIRNOS.
El Amor a veces nos genera emociones que denominamos “negativas”. Es el modo que tiene el Amor de hacernos fuertes. Es la forma que tiene nuestra alma de llamarnos a la acción.
¿Por qué?
Porque esa indignación, esa ira, que podamos ser capaces de sentir, será nuestro motor.
La indignación no es un “mal sentimiento”. Puede ser incómodo, sí. Pero no es “malo”. Por el contrario: ES UN MENSAJE DE NUESTRA ALMA, ADVIRTIÉNDONOS QUE ALGO ESTÁ FALTÁNDOLE EL RESPETO A NUESTRA ESENCIA. Y si le falta el respeto a nuestra Esencia, no puede ser pasado por alto, no puede ser positivo, ni puede permanecer allí, conviviendo con nuestro espíritu.
El Amor genera esa vulnerabilidad capaz de inspirarnos enojo, furia, ira… no para que reneguemos de esos sentimientos. No para que los reprimamos u ocultemos. No para que disimulemos y los callemos en pos de mostrarnos “espirituales” o “equilibrados”. El deseo de equilibrio, el deseo de seguridad, el deseo de estabilidad (o de mostrar tales condiciones) es del ego.
El Amor es inestable. El Amor es Cambio.
Para Crecer hace falta moverse, dar un paso, elevar un pie del suelo y quedar en desequilibrio. Volver a ponerlo en tierra en un nuevo lugar.
Avanzar implica riesgo. Y cambiar implica salir de la comodidad y de la ficticia noción de “estabilidad” hacia el desafío.
Por eso el Amor nos inspira movimiento. ¿Y cómo nos lo comunica? A través de esos sentimientos que denominamos “incómodos”, “impuros” o “poco espirituales”. No tienen nada de malo en realidad, no son una negación del espíritu, SINO QUE SON LA MISMA VOZ DE NUESTRO ESPIRITU ALZANDOSE EN REBELDIA.
Amarnos es respetar lo que sentimos.
Amarnos es ACTUAR EN POS DE LO QUE SENTIMOS.
Amarnos es MOVERNOS hacia el cambio que notamos que hace falta.
El Amor genera en nosotros esos sentimientos para que tengamos el impulso necesario: PARA QUE ACTUEMOS. Porque acción sin Amor puede terminar en caos… pero Amor sin Acción, acaba en incongruencia, en inconsecuencia, en “no cambio” y por lo tanto, en negación del Crecimiento, que es el Amor mismo.
No combatamos a los sentimientos nefastos: escuchemos su pedido. No será difícil dar con la causa de esa incomodidad, si nos permitimos SENTIR, ya sin temores, ya sin máscaras. Es el primer paso hacia ser GENUINOS.
Luciana Cámpora, 2011©
Libros y Escritos para el Desarrollo Personal y Espiritual