A trabajar después del colegio

Hasta ahora pareciera que no tenemos claro cuál es el resultado esperado de la educación secundaria (que también podría llamarse básica). Es decir: para qué sirve  -en términos absolutamente pragmáticos- que nuestros chicos concluyan su quinto de secundaria.

Clarísimo está que luego del nivel Inicial viene la Primaria y luego la Secundaria. Aunque haya realmente deserciones lastimosas, nadie abandonaría la opción de seguir estudiando secundaria luego de la primaria. Pero al concluir la secundaria es cuando surgen los problemas.

Creo que subsiste la casi natural suposición de que luego de la secundaria viene la universidad o cualquier otra forma de estudios superiores. Digamos que ésa es la aspiración razonable de cualquier estudiante, aunque muchas veces ello no sea posible porque es difícil el ingreso o porque no hay posibilidades (económicas por ejemplo) de intentarlo.

Entonces resurgen nuevas preguntas: ¿forma la secundaria para algo más que no sea el intento de seguir estudios llamados superiores? Todas las leyes de educación consideran la gran importancia que tiene la “educación para el trabajo”. Ergo, el sistema también debiera preparar trabajadores reales, con las competencias necesarias para desempeñar algún rol productivo, como muy pocos colegios lo hacen.

Según datos disponibles  -siempre sujetos a verificación- algo más de 8 millones y medio estudian en el sistema educativo básico. Alrededor de 400,000 estudiantes concluyen la secundaria y entre 40 y 50% de esos egresados continúan estudios superiores, profesionales y técnicos. Eso quiere decir que aproximadamente 200,000 estudiantes cada año tendrían que dedicarse a cualquier cosa, porque la educación secundaria no les ha dado capacidades o competencias con las cuales “ganarse la vida”.

Por eso tiene sentido la pregunta inicial. Por eso también surgen otras como una interpelación a nosotros mismos. ¿Estará bien que la educación secundaria no prepare, realmente, a los chicos para el trabajo? ¿Debiéramos volver a experimentar con colegios que preparan chicos para seguir estudios superiores y otros que los preparan para trabajar? ¿No generaría esa propuesta bimodal una diferenciación antipática entre los “más capaces”, que se preparan para ser profesionales, y los “limitados”, que serán mano de obra calificada y suenan a estudiantes “de segunda”? ¿Se acuerdan que hace años hubo educación secundaria común pero también otra técnica industrial y otra comercial? ¿Se acuerdan que la reforma educativa de los años 70 creó la educación básica hasta 9º grado (tercero de secundaria) y propuso las ESEP para preparar técnicos en camino a los estudios superiores, pero no hubo ESEPs para todos y algunos no querían ni verlas?

Hay problemas que no se han podido resolver satisfactoriamente, todavía. Parece una majadería volver a tocar estos temas, pero resulta que hay una demanda laboral insatisfecha por falta de jóvenes preparados (o con condiciones) para atenderla, y que no necesitan de una formación técnica altamente especializada para hacerse cargo de ella. Pero unas bases actitudinales y unas capacidades mínimas sí, de todos modos.

¿Cómo podríamos decir a plenitud Feliz Día del Trabajo, cuando hay diversas, nuevas y crecientes oportunidades laborales que van surgiendo, pero no tenemos preparados a los trabajadores?