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Miércoles 02 de mayo 2012

Juan Pablo II frente al Capital y el Trabajo

Por: Lic. César Sánchez Olivencia.
Juan Pablo II frente al Capital y el Trabajo
Foto: Medios

Laborem Exercens es la tercera Encíclica del Papa Juan Pablo II. Se publicó el 14 de setiembre de 1981. Es un documento que poco se difunde y que mantiene su vigencia por el conflicto histórico que aún separa en muchos países del mundo al Capital y el Trabajo. Enseña que la mayoría de empresarios clásicos no han llegado a comprender que deben ser más justos con el trabajador. Por su parte éste no tiene confianza en el empresario y el malestar se mantiene en la actualidad. Por eso vale la pena revisar el pensamiento del llamado “Papa Peregrino”.

Dice Juan Pablo II que “Ante la realidad actual, en cuya estructura se encuentran profundamente insertos tantos conflictos, causados por el hombre, y en la que los medios técnicos -fruto del trabajo humano- juegan un papel primordial (piénsese aquí en la perspectiva de un cataclismo mundial en la eventualidad de una guerra nuclear con posibilidades destructoras casi inimaginables) se debe ante todo recordar un principio enseñado siempre por la Iglesia. Es el principio de la prioridad del «trabajo» frente al «capital».

Explica el documento que “Este principio se refiere directamente al proceso mismo de producción, respecto al cual el trabajo es siempre una causa eficiente primaria, mientras el “capital”, siendo el conjunto de los medios de producción, es sólo un instrumento o la causa instrumental. Este principio es una verdad evidente, que se deduce de toda la experiencia histórica del hombre”. Más adelante escribe sobre los recursos y el trabajo del hombre.

(…) “Estas palabras se refieren a todos los recursos que el mundo visible encierra en sí, puestos a disposición del hombre. Sin embargo, tales recursos no pueden servir al hombre si no es mediante el trabajo.Con el trabajo ha estado siempre vinculado desde el principio el problema de la propiedad: en efecto, para hacer servir para sí y para los demás los recursos escondidos en la naturaleza, el hombre tiene como único medio su trabajo. Y para hacer fructificar estos recursos por medio del trabajo, el hombre se apropia en pequeñas partes, de las diversas riquezas de la naturaleza” (…):

Después el jefe de la iglesia Católica aborda el binomio Capital-trabajo. “La consideración sucesiva del mismo problema debe confirmarnos en la convicción de la prioridad del trabajo humano sobre lo que, en el transcurso del tiempo, se ha solido llamar “capital”. En efecto, si en el ámbito de este último concepto entran, además de los recursos de la naturaleza puestos a disposición del hombre, también el conjunto de medios, con los cuales el hombre se apropia de ellos, transformándolos según sus necesidades” (…)

Una parte del documento trata sobre los frutos del trabajo. “Todos los medios de producción, desde los más primitivos hasta los ultramodernos, han sido elaborados gradualmente por el hombre: por la experiencia y la inteligencia del hombre. De este modo, han surgido no sólo los instrumentos más sencillos que sirven para el cultivo de la tierra, sino también -con un progreso adecuado de la ciencia y de la técnica- los más modernos y complejos: las máquinas, las fábricas, los laboratorios y las computadoras” (…)

Señala el texto papal que “Este gigantesco y poderoso instrumento -el conjunto de los medios de producción, que son considerados, en un cierto sentido, como sinónimo de “capital”- ha nacido del trabajo y lleva consigo las señales del trabajo humano. En el presente grado de avance de la técnica, el hombre, que es el sujeto del trabajo, queriendo servirse del conjunto de instrumentos modernos, o sea de los medios de producción, debe antes asimilar a nivel de conocimiento el fruto del trabajo de los hombres que han descubierto aquellos instrumentos, que los han programado, construido y perfeccionado, y que siguen haciéndolo”.

Una virtud de esta Encíclica es que destaca la primacía del hombre sobre el capital: “Esta verdad, que pertenece al patrimonio estable de la doctrina de la Iglesia, deber ser siempre destacada en relación con el problema del sistema de trabajo, y también de todo el sistema socio-económico. Conviene subrayar y poner de relieve la primacía del hombre en el proceso de producción, la primacía del hombre respecto de las cosas. Todo lo que está contenido en el concepto de “capital” -en sentido restringido- es solamente un conjunto de cosas”. Un documento que mucha gente y el propio Vaticano prefiere ignorar.

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