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Viernes 04 de mayo 2012

Manuel Vicente Villarán

Por: Grover Pango Vildoso.
Manuel Vicente Villarán
Foto: Wikipedia

Estas expresiones corresponden al año 1900: "Hay abundantes maestros que nos enseñan historia, literatura, latín, teología, leyes, filosofía y matemáticas; pero ninguno que nos enseñe a labrar la tierra, a criar el ganado, a explotar las selvas, a navegar, a comerciar, a fabricar cosas útiles...”

Fueron pronunciadas por don Manuel Vicente Villarán (1873-1958), al iniciarse el año universitario en la Universidad de San Marcos y forman parte de una de sus mayores preocupaciones, la educación, no obstante su especialización como jurista. Eran los tiempos en que las más grandes celebridades intelectuales del país se preocupaban por la educación, sin abandonar sus  podios académicos, sus estrados forenses o sus escaños parlamentarios.

Alejandro Deustua (1849 – 1945) y Villarán estuvieron en las antípodas respecto de la educación, como se puede deducir de líneas arriba. Reproduzco aquí lo que decía Deustua: “Nada se ha hecho para educar a los espíritus superiores de nuestra sociedad llamada tarde o temprano a regir el país.”  / “No está, pues, abajo, sino arriba, muy arriba, la solución del problema de la felicidad común; esta es la falta de preparación especial de los hombres obligados a poseer una cultura superior.” Era su teoría elitista de la educación.

Las posiciones de Villarán se refuerzan en el siguiente párrafo: “Todo advierte que la fórmula que se impone a los educadores nacionales, es huir como de una plaga detestable, de la necia instrucción erudita, verbalista, literaria y libresca y sustituirla con una educación sobria y sana, basada en la idea de combatir el ocio y el apocamiento de carácter; que haga si se quiere hombres rudos, pero eficaces; sencillos y sin desbastar, pero útiles a sí mismos y a su patria.”

Un elemento adicional en el aporte de Villarán al país fue su enérgica defensa de la industrialización como factor decisivo para la transformación de la economía y la educación del país. Advirtió el grave daño que hacía al Estado esta falta de industrialismo, pues alentaba el “parasitismo fiscal” y convertía –al Estado- en un benefactor de los propósitos individuales o de grupo, en detrimento de su utilidad como responsable del bien común. Es decir, ayudó a identificar lo que vendría luego a llamarse el “rentismo”. 

Sobre ello decía: “El antídoto contra el parasitismo fiscal es el industrialismo. Si se prepara el vuelo de la industria con acertadas obras públicas y se fomentan las aptitudes y vocación para el trabajo productivo con una instrucción adecuada, se habrá puesto en juego los medios más propicios para combatir la corrupción y el egoísmo en las relaciones entre la clase dirigente y el Estado.”

Manuel Vicente Villarán, Doctor  en Derecho, profesor en la Facultad de Derecho de San Marcos, Doctor en Ciencias Políticas, Ministro de Justicia e Instrucción (1908) durante el gobierno de Augusto B. Leguía, Decano del Colegio de Abogados, Senador por Junín, Rector de la Universidad de San Marcos (1922-1924), culminó su existencia fecunda con un interés singular por la compleja realidad minera del Perú. Por tal motivo se preocupó en realizar estudios de investigación histórica sobre la minería; esas indagaciones lo llevaron a considerar al Perú como un país minero por excelencia.

Pareciera que, en varios asuntos, no se equivocó.

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