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Viernes 04 de mayo 2012

El dilema francés

Por: Jean Maninat.
El dilema francés
Foto: teinteresa.es

Antes de que los franceses asistan a votar, Francois Hollande, ya ha obtenido su primer triunfo en la segunda vuelta presidencial. Tal como él había propuesto, el crecimiento ha regresado a la discusión europea como fórmula para salir de la crisis, frente a la austeridad pura y dura propuesta por Alemania. (Una discusión por lo demás nada fácil: es una poderosa esponja para absorber ideología de lado y lado).

Sin embargo, el presidente-candidato Sarkozy ha hecho honor a su fama de fajador, de "duro de matar", y mantiene su opción viva. Sigue aferrado a los temas que son caros a Marine Le Pen y el Frente Nacional (FN) : frontera, inmigrantes, seguridad.

Pero en su discurso del Primero de Mayo los envolvió en los valores republicanos citando a Jean Jaurès, Èmile Zola, Jean Moulin y, por supuesto, al general De Gaulle; todos iconos del espíritu francés. "Francia no es un lugar de paso", ha dicho. Existen 'valores, idioma, escritores, música', que empapan el tricolor francés. Y también: los atletas, escritores, artistas y músicos venidos de outre mer y que han contribuido a la gloria de Francia, le responden desde la acera de enfrente.

Pero lo más resaltante ha sido la división que estableció entre el "trabajo real" del ciudadano que labora día a día y el del que se apertrecha detrás de un sindicato para obtener privilegios. Un ataque frontal a la izquierda que pretende "defender a los trabajadores y los sumerge en el desempleo y la pobreza", según el candidato. Un nuevo modelo social francés ha propuesto Sarkozy.

¿Le ha resultado la estrategia al presidente-candidato? La última encuesta de Ipsos y el diario Le monde realizada el sábado 27 y el domingo 28 de abril, siguen dando ganador a Hollande con un 53% contra un 47% de Sarkozy. La novedad es que el primero pierde un punto que el segundo obtiene, en relación con la encuesta anterior.

El candidato Sarkozy ha logrado que la segunda vuelta sea una especie de referendo en torno a él. Nada mal para quien, hasta hace nada, todos daban por perdido. Muchos piensan que no será suficiente.

Los votantes del excandidato centrista Francois Bayrou y del excandidato de la "otra izquierda", Jean-Luc Mélenchon, pueden influir en el resultado final, pero su peso real está lejos de determinar la votación.

La gran ganadora sigue siendo Marine Le Pen. El mismo Primero de Mayo, en el homenaje anual a Juana de Arco que realiza el FN para contrastar con la fiesta obrera, anunció que votaría en blanco y dio libertad de voto a sus seguidores. Un 54% de sus votantes habrían ya escogido votar por Sarkozy. El resto se divide entre la abstención y Hollande.

Más allá de los siempre caprichosos cálculos electorales, está en juego la visión de la República.

El debate presidencial televisado puso sobre el tapete las líneas programáticas que habían quedado en segundo plano durante la campaña: política nuclear, educación, voto extranjero, costo del trabajo, deuda y déficit presupuestario, desempleo, Europa, inmigración, fueron los temas tratados en un debate donde la gente medía más la "actitud presidencial"' de los contendores que sus ideas. Los debates presidenciales en Francia nunca han cambiado la intención de voto.

Por lo pronto, las propuestas del Frente Nacional han adquirido "cédula de identidad" republicana... se han "normalizado", por así decir, en detrimento de la tradición Gaullista que animó a la derecha francesa desde la segunda post-guerra.

Todas las cábalas dan ganador a Hollande, pero ya lo advirtió Mallarmé: "Un golpe de dados jamás abolirá el azar".

De vencer los que apostaron por validar las propuestas del Frente Nacional para "responder" a las inquietudes de seis millones de franceses; tendrán que hacer frente a una fuerza retardataria que reclamará su lugar en la nueva fisonomía republicana.

De ganar quienes han apostado por darle otra oportunidad a la solidaridad social, tendrán que hacer frente a sus propios apoyos y a una realidad económica que exige eficacia y realismo para sostener los buenos propósitos.

La "excepción francesa" le ha abierto las puertas a la normalidad europea. Ya nada será como antes.

(Fuente: El Universal)

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