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Sábado 05 de mayo 2012

Será un final estrecho la elección en Francia

Por: Francisco Chirinos Soto.
Será un final estrecho la elección en Francia
Foto: Imagen compuesta

A partir de la elección de Luis Napoleón Bonaparte, el dudoso sobrino de Napoleón el Grande, como Presidente de la Segunda República Francesa en 1848, los franceses quedaron renuentes a la elección directa del Jefe del Estado. Tras la caída estrepitosa de Napoleón III “El Pequeño”, como lo apodó Víctor Hugo, en la batalla de Sedán, frente a las agresivas tropas prusianas de Bismarck, fue organizada la Tercera República, con la elección del Presidente a cargo del Poder Legislativo. Luis Napoleón se había convertido en emperador dando un golpe de estado y su abrumadora elección como el Príncipe-Presidente fue la última hecha en Francia bajo el sistema de elección del pueblo, hasta que Charles De Gaulle la reimplantó al organizar en 1958 la Quinta República. La Cuarta República nació después de la Segunda Guerra, también bajo el sistema de designación del Presidente por el Parlamento.

Ahora los franceses votan directamente para elegir al Presidente. El candidato vencedor debe alcanzar más de la mitad de los votos para ser proclamado. De no producirse un resultado así, habrá una segunda vuelta entre los dos candidatos con las más altas mayorías relativas. Ese sistema, de creación francesa, denominado “ballotage” fue imitado por nosotros, los autores de la Constitución de 1979, y reproducido en el texto de la actual Constitución de 1993.

Los franceses habrán de escoger mañana entre el derechista Nicolas Sarkozy y el socialista François Hollande. No se trata, por cierto, de un enfrentamiento radical y agresivo, sino de una competición con los modales del pueblo más civilizado del orbe, tal como ha comentado Néstor Scamarone en un excelente artículo del último domingo. Una derecha moderada, puesto que los franceses tienen otra derecha con posiciones severas (Frente Nacional, de Marine Le Pen), y una izquierda también moderada, ya que hay izquierdistas más acentuados, como lo son los no muy numerosos adictos al comunismo tradicional.

Los porcentajes obtenidos por Hollande y Sarkozy han resultado semejantes a los que se produjeron en nuestro país en las elecciones de 1990, en que Mario Vargas Llosa aventajó con un dos por ciento, aproximadamente, a Alberto Fujimori. Semanas después, la tortilla se volteó, ya que Fujimori arrasó a Vargas Llosa en la segunda vuelta. Quiere decir que la primera confrontación dista mucho de ser la definitiva.

Es poco probable que en Francia se produzca algo parecido, sobre todo en proporciones de tal magnitud. Pero nada impide pensar que el Presidente pueda remontar la pequeña diferencia y vencer a su opositor, habida cuenta que la tercera fuerza –la derecha extrema– tendría muchas razones más para votar por Sarkozy y allí puede radicar la posibilidad del mandatario actual. Claro, por otra parte, que la extrema izquierda votaría por Hollande y el voto centrista habría de distribuirse parejamente. El pronóstico es ciertamente difícil. Pero como hípico que soy, me atrevo a dar mi propio pronóstico en este Grand Prix Arc du Triomphe. Apuesto por Sarkozy, meritorio batallador por la unión europea.

Publicado el 05 de mayo de 2012 en el diario La Razón.

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