El nuevo Sendero

Lo ocurrido en Quillabamba y el Vrae nos muestra que los senderistas no son remanentes, sino que se han reconvertido y se sienten lo suficientemente fuertes como para volver a aterrorizar a los peruanos. Después de su derrota en los 90 y captura de la cúpula, ocurrió la implosión del régimen fujimorista por lo que la labor antiterrorista quedó trunca, lamentablemente los guardianes Paniagua y Toledo destruyeron irresponsablemente el Servicio de Inteligencia, desactivaron las bases contrasubversivas en la selva y por presión de los caviares soltaron a la mayoría de terroristas encarcelados, que por supuesto nunca se arrepintieron y regresaron a la lucha armada.

¿En dónde?, pues en el Vrae y la selva donde no hay Estado, para lamer sus heridas, recomponerse y lograr fondos para seguir con su genocida acción. Pero aprendieron la lección y empezaron como guardaespaldas de los narcos y con la asesoría de las FARC, entraron al negocio del narcotráfico y se convirtieron en un cartel más, pero con servicios adicionales de protección armada a las otras bandas de narcos. También han aprendido a no matar civiles y comuneros, ahora aparecen en los poblados y compran en lugar de robar los alimentos y ganado, pero siguen secuestrando mujeres para todo servicio y niños para convertirlos en terroristas y suplir sus bajas. Ha tenido que denunciarlo la UNICEF y la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito para que el Estado reaccione y reinicie el combate al terrorismo.

Pero vemos que el Estado no está en condiciones de enfrentarlos eficazmente, porque destruir le tomó muy poco tiempo a los guardianes, pero reconstruir nuestro antes eficiente Servicio de Inteligencia ya tiene más de 10 años sin lograr siquiera el 50% de su anterior eficiencia. La riqueza que produce el narcotráfico les da fondos para comprar armamento y equipos de comunicación de última generación, de los que carece el Estado. En este escenario tenemos todas las de perder, si en las más altas esferas del Gobierno no se toma la decisión política (que sí tomó Fujimori) de enfrentarlos frontal y permanentemente, se reabren la bases antisubversivas desactivadas dotándolas de todo lo necesario y se pide ayuda y asesoramiento externo a los que tienen experiencia en combatirlos, porque la hemos perdido.

Además, debemos retirarnos de la CIDH y reimplantar la pena de muerte a los terroristas y secuestradores, porque “muerto el perro, se acabó la rabia”. Es una tarea de todos actuar como dueños y no como guardianes, porque si no lo hacemos nos esperan horas aciagas (Con información del diario Expreso).