El nuevo reglamento del transporte urbano para nuestra capital entrará en vigencia en julio, y todo indica que su implementación traerá una serie de conflictos entre el conjunto de gremios y la municipalidad. Esperemos que este sombrío panorama sea superado pronto, ya que los perjudicados directos son los millones de usuarios que actualmente padecen las deficiencias de nuestro actual “sistema de transporte público” tornándolo caótico y claramente poco productivo para nuestra economía capitalina.
Hablar del origen de este caos y de su desarrollo se podría resumir en un solo hecho: la falta de planificación para diseñar una ciudad que ha crecido de forma acelerada, por las migraciones experimentadas en los últimos 60 años, del ámbito rural de las provincias al urbano, por la promesa de un mejor bienestar para las personas que se afincaban en la capital. Si a esto le sumamos el patrón urbanístico, que todos queríamos disfrutar (el terreno para la construcción de casas, tanto en el sector formal como en el informal), nos encontramos frente a una ciudad que ha crecido hacia lo ancho y no hacia arriba, complicando la prestación de un servicio de transporte masivo eficaz y eficiente, que requiere de la concentración poblacional para hacerlo viable y sostenible.
Más allá de las inversiones actuales en los nuevos sistemas de transporte masivos como el Metropolitano y el Tren Eléctrico y las ordenanzas municipales que pretenden integrar corredores viales con los anteriores, tenemos que ser conscientes que como ciudadanos, debemos empezar a respetar y hacer respetar las reglas y normas sencillas, (p.ej. los paraderos) esto permitirá ir construyendo un “sistema” que hará más rentable las grandes inversiones y con ello ahorrar tiempo en nuestros traslados diarios que finalmente se traduzcan en excedentes de dinero y mayor calidad de vida. En nuestras manos está la posibilidad de empezar a acabar con este caos en el transporte de Lima (Con información del diario La República).
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