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Viernes 11 de mayo 2012

El mercado

Por: Andrés A. Escalante.
El mercado
Foto: icecconsultoriaempresarial.com

El intercambio de bienes y servicios toma lugar en el mercado. Por mercado no nos referimos necesariamente a la plaza de mercado donde nuestros ancestros hicieron sus compras y los caseros sus ventas. Económicamente el concepto va más allá. Actualmente, tenemos mercados virtuales donde la actividad económica es en línea. En una sociedad capitalista, por mercado nos referimos, más bien, a todo entorno en el que vendedores y compradores coordinan, según sus propios intereses, el intercambio de bienes y servicios de forma voluntaria y permanente.

La cooperación voluntaria y permanente es necesaria para aprovechar las ventajas y beneficios del capitalismo. Sin ella los mercados no pueden generar prosperidad ni promover las libertades individuales. El bienestar de toda sociedad está en función del nivel de cooperación voluntaria: entre mayor es este nivel mayor será el progreso. Para demostrarlo bastaría un análisis comparado entre las economías de planificación centralizada y las de libre mercado. Es cierto que en todas las economías del orbe existe la planificación centralizada. Pero la dosis de ésta es importante. Actualmente no existe una sociedad progresiva y libre sin que en ella la cooperación voluntaria rija como el principio rector de organización económica.

Para que la cooperación sea voluntaria y permanente tiene que ser consistente con el concepto del interés propio. La fabricación de una pelota de fútbol, por ejemplo, necesita de materia prima—e.g., cuero, hilo, tintes, caucho, un pitón, pegamento. Toda esta materia prima no se produce necesariamente para fabricar pelotas. Que ella termine usándose para hacer pelotas sería la decisión de unos y no de todos. Como lo resaltara Milton Friedman en su momento, es posible que quienes fabriquen la materia prima y quienes la compren residan en países, hablen idiomas y practiquen religiones diferentes. Llevando el punto al extremo, es posible que toda esta gente inclusive se deteste y que por esta o aquellas razones no tenga la intención de formar parte de la actividad económica de la otra parte o simplemente no sepan de ésta. Sin embargo ninguna de estas diferencias puede impedir que toda esta gente coopere para transformar insumo en pelotas de fútbol. ¿Cómo se logra? Adam Smith nos dio la respuesta hace más de dos siglos.

Si la cooperación entre las partes es voluntaria, ocurrirá si genera un beneficio mutuo. O sea, la razón por la que los fabricantes de pelotas y de materias primas producen lo que producen es porque mediante su intercambio obtendrán los bienes y servicios que necesitan para existir. Pero ¿cómo se lleva a cabo este intercambio? Puntualmente ¿cómo la cooperación voluntaria promueve los intereses individuales de gente esparcida en todo el mundo? Smith encontró la respuesta en los precios. Cuando los precios, producto de esta interacción entre vendedores y compradores, se determinan libremente, coordinan la actividad económica de millones de personas en forma consistente con su propio interés para beneficio de la sociedad. Ello sin centralizar decisiones y simplemente gracias al mercado (Con información del diario Expreso).

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