La traición a la patria nuevamente en debate

Uno de los casos históricos más notorios y condenables de traición a la patria fue el protagonizado por el Duque de Borbón, francés y súbdito del rey Francisco I y, además, destacado oficial de su ejército quien, en la batalla de Pavía, arrió banderas y se pasó al bando contrario, liderado por el Rey Carlos V de España y contribuyó de esa manera a la derrota de su monarca. Carlos V, para premiar la felonía, invitó al Duque a visitar España y le pidió al Conde de Benavente alojarlo en su palacio. Benavente, indignado por la propuesta, incendió su hermosa residencia antes de recibir en ella a Borbón.

“No profane mi palacio /// un fementido traidor /// que contra su rey combate /// y que a su patria vendió”, reza un poema del Duque de Rivas cantando el episodio. Esa es, pues, histórica y jurídicamente, la traición a la patria. Es el entendimiento, la ayuda, el apoyo prestado al enemigo contra los intereses y derechos de la patria propia. Nuestra legislación penal militar la define con toda nitidez.

“En la jurisdicción penal castrense –comenta Cabanellas- es el delito de mayor gravedad y máximo deshonor”. Así lo entiende también nuestra legislación, ya que la traición a la patria figura en el primer lugar entre las infracciones militares. Pero en el Perú, como en España o en cualquier país de la tierra, la traición a la patria consiste en la maliciosa y perversa colaboración con el enemigo. Y hacen mal quienes pretenden utilizar ese membrete para calificar y reprimir otros actos delictivos.

Don Fernando Belaunde Terry, al retornar de una exitosa participación en una cita continental de mandatarios realizada en Uruguay, fue interrogado por un periodista acerca de la posible devaluación de la moneda. “Devaluar la moneda sería traición a la patria”, respondió categóricamente. Y pocos días después el gobierno devaluó la moneda peruana. Prisionero de sus palabras, se diría que don Fernando fue traidor a la patria. Empero, tal hipótesis es inadmisible. Pueden haber existido discrepancias y desacuerdos con el ex–Presidente, pero en modo alguno tenía cabida la menor sospecha acerca de su integridad y devoción por el país.

Si don Daniel Abugattás, abogado de profesión y Presidente del Congreso Nacional, quiere introducir alguna norma que imponga sanciones especialmente severas a quienes realicen actos de corrupción en la adquisición de pertrechos militares, pues que lleve adelante su iniciativa, perfectamente plausible.

Pero que se abstenga del membrete de traición a la patria, sencillamente porque no se trata de traición a la patria. Aquel delito podría cometerlo un extranjero en agravio del Perú, con lo cual quedaría absolutamente excluida la figura de la traición a la patria, puesto que la traición a la patria, en nuestro caso, configura el mayor acto de deslealtad de un peruano para con el Perú. Bien, pues, el proyecto de ley, pero equivocada la calificación.

Publicado el 12 de mayo de 2012 en el diario La Razón.