¿Dónde está el piloto?

No me refiero a la secuencia de películas del peor estilo hollywoodense del comic, sino a la reiterada ausencia de la gobernante pareja presidencial Heredia-Humala, cuando los problemas apremian. Todo un estilo se está imponiendo, jefes supremos que comunican por twitter y subordinados que renuncian informando a la superioridad por los diarios. No hay lugar a dudas estamos ante una administración mediática.

En este caso las cosas no están para reírse, los problemas afloran por doquier, dos ministros que se ven obligados a renunciar a las carteras de defensa e interior, porque su situación era insostenible; una viceministra de pesquería que se marcha mostrando coherencia de principios, denunciando que en el sector se toman decisiones por presiones empresariales; un ministro de energía que hace suyo la agenda de la patronal minero-energética y fracasa estrepitosamente; un titular del ministerio de transportes y comunicaciones, que en nueve meses no pueda alumbrar la solución al contrato de concesión de telefonía móvil de la española Movistar; un ministro de justicia, salvado por la campana de los luctuosos hechos en la zona de Kiteni, sin haber dado explicaciones satisfactorias por el “antaurogate”. En resumen, los gestores del ejecutivo de los sectores líderes en inversión, orden interno, seguridad ciudadana y justicia, marchando a la deriva.

Pero este gabinete desgastado por el fracaso recurrente, tiene un director de orquesta, el señor Valdés. Ante tanto desafinamiento, lo mínimo que correspondería es liar bártulos y retornar a ser ciudadano pedestre. Lo sorprendente es que el sector empresarial, tan desatinado en su visión política, sale a defenderlo a capa y espada. Que devaluado está el pensamiento político para ser letrado de oficio de este premier, de calificativo cero punto cero en: criterio, elocuencia, conocimientos, relacionamiento y tacto político. Temor al vacío dicen algunos, lo que significa que en el país de marca Perú, ¿no hay nadie que puede reemplazarlo? La respuesta es un sonoro no, lo que pasa que a los grupos de poder les encanta el aprendiz a político; adocenado, que es caja de resonancia de sus pensamientos, ejecutor de sus despropósitos y gendarme de sus intereses.

Pero ante todo esto ¿dónde está el que por voto popular debería ejercer de jefe de estado y de gobierno? Ausente. No es la distancia física por su recorrido protocolar por Asia con escala en París, lo trascendente para justificar la inacción, sino su falta de reflejos para actuar. Era evidente antes que emprendiera enésimo mullido viaje intercontinental,  que el gabinete estaba en una orfandad mayúscula. Tanto en esta oportunidad, como en la anterior, ha faltado liderazgo para ordenar al ejecutivo. Se está convirtiendo en mal endémico, gravísima señal para los tiempos venideros, que prometen ser nada fáciles, pues tiene la calle en contra. En buen romance el legítimo descontento de la base social que se ha sentido engañada por el discurso electoral.

Empieza a cobrarse el costo de la felonía de gobernar con los que fueron sus enemigos, ni siquiera eran adversarios, que financiaban campañas de desprestigio contra él; dándole la espalda a los que lo acompañaron en las buenas y malas. Como siempre el poder del dinero confrontando con el poder de la movilización social, que en este caso es dispersa, con multiplicidad de grupos y muchos aspirantes a líderes; lo que torna la situación mucho más difícil, pues hay que negociar en jaloneo las 24 horas del día durante 365 días al año.

Vamos en  “fast track” al descalabro que nadie quiere ver,  por la falta de visión de los mentores del Humalismo de hoy, que le han impuesto la agenda de sus intereses como prioridad. Con sus estudios medioambientales laxos y peritos “delivery” para Conga; con sus aspirantes a tomar el control el Doe Run Perú, en base a barbaridades jurídicas con estado cómplice; con sus bravatas para los mineros informales sin tener la fortaleza para hacerles frente. Lamentablemente estamos ante un gobierno rehén, así nada bueno se augura.