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REDES SOCIALES
Sábado 12 de mayo 2012

Hollande y la crisis europea

Por: Hugh Carnegy (Financial Times - París)
Hollande y la crisis europea
Foto: El espectador.com

Cuando Mario Draghi, el presidente del Banco Central Europeo (BCE), hizo un llamado a favor de un pacto para el crecimiento que equilibrara el impulso de austeridad fiscal de la Unión Europea (UE), François Hollande, el presidente electo de Francia, escasamente podía disimular su satisfacción.

En plena batalla por el Palacio del Elíseo contra Nicolás Sarkozy, el líder socialista no perdió tiempo en señalar que su exigencia a Europa para que trasladara el énfasis de la austeridad al crecimiento había recibido eco en el BCE, una institución que encarna la dura doctrina de rectitud fiscal.

Lo que recibió menos atención fue cuando aceptó que no compartía la visión de Draghi, apoyada por Ángela Merkel, la canciller de Alemania, de que dicho plan de crecimiento debía enfocarse en reformas estructurales, como aumentar la flexibilidad del mercado laboral.

Hollande no fue tímido con respecto a este punto. “¿Realmente podemos creer que el liberalismo, las privatizaciones y la desregulación, que nos condujeron a la crisis que padecemos, nos ayudarán a salir de ella?”, dijo.

Su énfasis a un nivel europeo es aumentar la inversión y el empleo en nuevas tecnologías, infraestructura y las pequeñas empresas, mediante el uso de bonos de proyectos e instituciones.

En cuanto al énfasis en casa, su manifiesto incluye recortes tributarios para las pequeñas compañías y la creación de ahorros públicos para canalizar el capital hacia las empresas.

El equipo de Hollande insiste en que no está sencillamente haciendo un llamado para la inyección keynesiana de dineros públicos para dinamizar la economía. El nuevo presidente reitera que mantendrá los duros objetivos para las endeudadas finanzas públicas de Francia, que inevitablemente implican una dosis de austeridad.

Pero su programa se queda corto al asumir el tipo de reformas estructurales que Draghi y Merkel solicitan, que están siendo introducidas por Italia y España, y que muchos consideran son esenciales para revitalizar a Francia.

Con un desempleo de casi 10%, la competitividad internacional de Francia está en un grave declive y el déficit comercial se halla en niveles históricamente altos. El empresariado francés quiere que el gobierno ataque los altos costos laborales y las restrictivas regulaciones en el mercado laboral y en el de productos. Sin embargo Hollande, un defensor de la semana laboral de 35 horas en Francia, ha tomado un camino distinto.

Se ha comprometido a revertir una maniobra de Sarkozy para trasladar algunos de los altos costos sociales sobre los empleadores hacia un impuesto en el valor añadido, para reducir el peso de aquellos costos.

Ha rechazado otra propuesta de Sarkozy, que toma como modelo una maniobra en Alemania que les permite a las compañías sobrellevar momentos difíciles mediante acuerdos con sus empleados: asumir horarios laborales y salarios flexibles para evitar despidos.

Hollande ha prometido también una reversión parcial e inmediata de la reforma más grande de Sarkozy: elevar la edad mínima de retiro de 60 a 62. Tiene la intención de negociar un nuevo paquete de reformas pensionales “financieramente sostenibles” con los sindicatos y las patronales este año, pero su resultado es incierto.

En su manifiesto Hollande también descarta privatizar la participación del estado en empresas públicas como EDF, la enorme empresa de energía.

El nuevo presidente no niega que Francia tiene un problema de competitividad. Sería difícil cuando las cifras arrojan que, entre 2005 y 2010, la participación de Francia en el mercado de exportaciones mundiales cayó 20% y su participación en el mercado de la Eurozona se redujo en 9%.

Sin embargo, él no cree que los costos del mercado laboral sean la clave y desconfía de las maniobras para desregular las condiciones salariales y el horario de trabajo. Michel Sapin, su jefe de programa de campaña y un potencial ministro de hacienda durante el próximo gobierno, dice que los costos laborales son relevantes en algunas industrias, pero no en otras. Argumenta a favor de medidas en sectores expuestos a la competencia internacional a través de herramientas como los impuestos.

Hollande puede lograr un acuerdo en medidas para aumentar la inversión en Europa cuando en dos semanas se reúnan los líderes de la UE, y puede presentarlo como una victoria temprana ante su electorado. No obstante, esto no oculta la división en una reforma más fundamental que existe entre el nuevo presidente y algunos de sus vecinos europeos.

Publicado el 12 de mayo del 2012 – el espectador.com

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