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Domingo 13 de mayo 2012

15M: una mirada al futuro

Por: Esther Vivas
15M: una mirada al futuro
Foto: icndiario.com

Intempestivo e inesperado. Así fue la emergencia de este movimiento de la indignación colectiva en el estado español. Si el 14M nos hubiesen dicho que al día siguiente miles de personas saldrían a la calle y que en las semanas sucesivas se ocuparían plazas, se organizarían asambleas, se desafiaría al poder con actos de desobediencia civil masivos permaneciendo en las plazas; no lo hubiésemos imaginado. Pero así fue. La gente, dos años y medio después del estallido de la "gran crisis”, dijo "Ya basta”.

Y en la periferia de Europa, y emulando las revueltas populares en el mundo árabe, al calor de la Kasba y de Tahrir, la gente recuperó y reocupó el espacio público. La primavera árabe nos devolvió la confianza en nosotros y en la capacidad colectiva para cambiar el actual orden de cosas. Y mirando, también, a Islandia y a Grecia, el 15M rompió con el escepticismo, la resignación y la apatía imperante. Pero un año después de su eclosión, ¿Qué queda de todo ello? ¿Qué se ha conseguido? ¿Qué retos y perspectivas enfrenta?

El movimiento de la indignación colectiva ha calado fuerte. Más allá de las miles de personas que ocuparon las plazas, participaron en asambleas, se manifestaron en la calle; muchas otras, desde sus casas, se sintieron "representadas” por esta marea indignada. Y es que con un 23% de paro, 175 desahucios diarios y uno de cada cinco hogares viviendo por debajo del umbral de la pobreza como no indignarse, rebelarse y desobedecer.

El 15M ha sido capaz de trascender el núcleo activista de la protesta, sumar a una nueva generación militante y hacer levantar a muchos otros de sus cómodos sofás. Son éstos, jóvenes, ecologistas, mujeres, abuelos, etc.; los que han configurado el "pueblo” de Sol, Cataluña. Un año después del 15M vemos cómo el poder económico y político ha quedado socialmente sentenciado como responsable de la actual crisis, poniéndose de manifiesto los vínculos estrechos y la connivencia entre ambos. Se ha desenmascarado una democracia de baja intensidad, y su secuestro por parte del poder financiero, donde quienes gobiernan no están al servicio del 99% sino del 1%. Se ha conseguido modificar el imaginario colectivo y el paisaje de fondo. La crisis ha significado un terremoto social, político y económico, pero la emergencia del 15M lo ha sido, también, en sentido inverso, generando un proceso de repolitización de la sociedad.

La crisis profunda y la emergencia del movimiento han permitido "pensar en grande” y "actuar en grande”. Hoy ya no sólo se exige la reforma del sistema bancario sino que se defiende la expropiación y la nacionalización de la banca y el "no pago” de una deuda injusta, ilegítima e ilegal. El repertorio de acción se ha ampliado y radicalizado, ya no es suficiente con manifestarse y salir a la calle, ahora se ocupan plazas, se corta el tráfico, se paran desahucios. La crisis pone de manifiesto cómo, a menudo, lo ilegal es legítimo y lo ilegítimo es, precisamente, aquello que es legal. Ocupar casas o bancos puede estar penado, mientras que desahuciar a familias o estafar con las preferentes es perfectamente legal. Frente tan injusta realidad, ¿por qué no desobedecer o apoyar a quienes lo hacen? Ésta es una de las grandes victorias del 15M: normalizar estas formas de lucha y hacerlas socialmente aceptables.

Publicado el 13 de mayo del 2012 – Adital.com

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