Aspirar que la dupla Heredia-Humala gestione el gobierno con menos torpeza que la mostrada en los nueve meses transcurrido, puede dejar la sensación de tres cosas: juzgamiento arbitrario, subestimación de capacidades y conformismo. Respondo que es solo realismo puro.
La caída de dos gabinetes, porque el de Valdés es inevitable, el premier está amorcillado; es sinónimo de mala gestión, tanto por el raciocinio elemental del que los nombra, como de los titulares de las carteras, que exhiben más limitaciones que las imaginadas. Incompetencia suprema con tolerancia excelsa de los poderes fácticos, es la definición.
En la mirada al futuro podría apostarse por un propósito de enmienda, pero la pareja gobernante tiene serias limitaciones para cumplir el rol que le dio el voto popular al jefe de familia, que ha decidido compartirlo con su compañera. No hay experiencia política, ni profesional liberal alguna que les haya dado algo de sapiencia.
Posibilidades de enmendar drásticamente rumbos, tampoco existen, por dos razones: se ha quedado sin base social y no cuenta con operadores políticos, es una de ellas y la otra porque siendo el modelo primario exportador, con un 30% de la inversión extranjera directa destinada a las industrias extractivas y el resto en servicios que dependen de la primera, un gobierno solo puede ser distributivo de la renta que dejen y eso significa tener gestores que no los hay.
En resumen no podemos esperar sino invocar y ser propositivos para que las torpezas se atenúen.