Jueves 25 de abril 2024 | Contáctenos
Tengo la fuerte impresión de que el neoliberalismo se resiste a mirarse en el espejo. Luego de escuchar durante años un coro de asombrados "¡oh!" por sus aparentes éxitos, la imagen actual le muestra cicatrices de una realidad que la soberbia y el altivo ego que han cultivado no les permite aceptar.
El de hoy no es el mundo que esperaban. Son tantos los errores –que han devenido en horrores– que habiendo pasado esa línea, prefieren la reincidencia de consecuencias imprevisibles y posiblemente catastróficas, a la inteligente humildad de producir los cambios que podrían, no ya salvar el modelo, pero al menos devolvernos la esperanza de que la vida será aún posible luego de que esta ofuscada borrasca de egocentrismo y cegadoras luces de neón haya pasado.
La sabiduría de los pueblos, que apuestan a la supervivencia, comienza ya a manifestarse. Se vio en las calles de Europa durante los festejos del 1 de mayo. También se percibe diariamente en los indignados de España, así como en los votantes de Grecia. Además se refleja en los 'okupa' de los Estados Unidos y en la elección del socialdemócrata Francois Hollande como presidente de Francia. Se encuentra en las advertencias del presidente del Parlamento Europeo que anuncia el posible desmoronamiento de la Unión Europea y la zona euro. Así como en las exitosas políticas heterodoxas adoptadas por varios gobiernos de Sudamérica. En la devaluación creciente de credibilidad que merecen los medios de comunicación del sistema, y en saber que con Sarkozy ya son 19 los jefes de Estado o de Gobierno que han caído en los últimos cuatro años.
(Fuente: Bajo la Lupa)
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