Banner Tuvivienda
Sábado 27 de abril 2024   |   Contáctenos
REDES SOCIALES
Jueves 17 de mayo 2012

La mala imagen de la prensa

Por: Eudoro Terrones Negrete.
La mala imagen de la prensa
Foto: tabletomovil.com
La prensa, en el Perú y en los demás países de América Latina, viene siendo objeto de persistentes críticas por parte de amplios sectores de usuarios de la información y la comunicación.
 
Escritores, investigadores sociales, intelectuales, políticos, maestros universitarios, periodistas e inclusive representantes de la Iglesia constantemente están analizando en sendos debates académicos el comportamiento de los multimedios respecto al rol informativo, social, educativo, cultural, ecológico, fiscalizador, ético y de investigación que les corresponde en los actuales tiempos de grandes avances en la ciencia y la tecnología.
 
La historia de la prensa registra cientos de periodistas encarcelados por incurrir en delitos contra el honor de las personas y la vida privada, por no decir la verdad; y de medios de información y comunicación que experimentaron la censura de gobiernos por practicar el libertinaje en la información y los comentarios.
 
De estos debates críticos se puede concluir que la mala reputación de la prensa estriba en el mal tratamiento de la información, en la manipulación informativa, en la práctica del periodismo sensacionalista, en la carencia de una sólida formación ética y con sentido social, en el uso de medios antiéticos e ilícitos, en el inapropiado uso del lenguaje, en la comisión de delitos contra el honor de las personas, en la predominancia  de medios ligados a grandes intereses de grupos de poder económico y poder político.
 
Jacques Leaute, destacado director del Centro Internacional de Enseñanza de Periodismo de Estrasburgo, en su obra Ética y Responsabilidad del Periodista (1966) refiere, por ejemplo, que el periodista no es exacto en sus informaciones. Se dice que trabaja muy rápidamente y que deforma la realidad…” y que la deformación de las noticias “no es más que una de las causas de la mala reputación de la prensa”.
 
En líneas generales podríamos afirmar que la mala imagen que tiene la prensa se debe, cuando menos, a la práctica diaria de lo siguiente:
 
1. No decir la verdad en sus informaciones, comentarios y críticas periodísticas.
 
2. Aceptar gratificaciones, prerrogativas y privilegios a cambio de encubrir el fraude, los actos de corrupción e inmoralidad y de callar las fechorías, el robo o la incompetencia de las autoridades y funcionarios en la conducción de los asuntos públicos.
 
3. Practicar la alienación informativa. “Cada persona que participa en una conversación o ve un programa de televisión o escucha la radio está sujeta a una influencia alienante. Cada mensaje que recibimos trata de imponernos la visión del mundo de quien nos está comunicando el mensaje”, refiere Frank Gerace Larufa en su obra Comunicación Horizontal.
 
4. Efectuar comentarios ligeros, superficiales, poco interesantes o nada trascendentes.
 
5. Incurrir en delitos contra el honor de las personas: injuria, calumnia y difamación.
 
6. Cuestionar las decisiones judiciales y tergiversar las mismas sin fundamento alguno, obedeciendo a incentivos económicos o a intereses subalternos.
 
7. Permitir la desprofesionalización del medio de comunicación. El periodista profesional es desplazado por personal improvisado, empírico o aficionado del periodismo. Y esto acontece porque el propietario del medio cuida más la economía de su negocio que el profesionalismo en el tratamiento de la información.
 
8. Difundir o publicar mayormente acciones o hechos negativos, y no destacar la parte positiva.
 
9. Practicar el espíritu lucrativo o mercantilista de la noticia, permitiendo en algunos casos que los anunciantes controlen el contenido editorial.
 
10.  Incurrir en falta de credibilidad informativa, de independencia de criterio y en irresponsabilidad social, jurídica y ética.
 
11.  Usar de manera inapropiada el lenguaje, con palabras que sólo cabe en personas de escasa cultura.
 
12.  Manipular de manera tendenciosa el lenguaje, con el fin de “suavizar u omitir algunos hechos y acentuar otros o incluirlos siendo inexistentes”, con fines inconfesables y ajenos a los intereses del público y que “conduce irreversiblemente al escepticismo del receptor y anula en él la toma de conciencia ante la misma y ante la sociedad” según señala H. De la Mota.  Paulo Freire, en  Pedagogía del Oprimido explica que esta manipulación se efectúa “para anestesiar a las masas con el objetivo de que éstas no piensen”.
 
13.  Monopolizar la información. Convirtiendo así a los medios en vehículos de propaganda del materialismo imperante, creando en el pueblo falsas expectativas, necesidades ficticias, graves frustraciones sociales y un afán competitivo y malsano.
 
14.  No conceder el derecho de aclaración o de rectificación a personas e instituciones por informaciones y comentarios inexactos que fueron difundidos o publicados en el medio.
 
15.  Omitir de manera intencional la difusión o publicación de acontecimientos o hechos importantes y de interés nacional.
 
16.  Demostrar parcialidad en las informaciones, comentarios y críticas.
 
17.  Practicar de manera reiterada el plagio y el volteo parcial o total de la información, sin el menor respeto al derecho de autor o a la propiedad intelectual. No citar la fuente de origen de donde se tomó el material informativo, apoderándose de manera ilícita del trabajo ajeno.
 
18.  Usar métodos ilícitos y antiéticos en el acopio de las informaciones.
 
19.  Violar el derecho a la privacidad o la intimidad de las personas.
 
20.  Desarrollar el periodismo sensacionalista, con frivolidad en los contenidos y prurito de ganar dinero y más dinero, sin importar el bien común o los intereses de la colectividad. Al respecto, Cristina Romo, en su obra “Sobre ética y violencia en la información” explica  lo siguiente: “Es el periodismo amarillista y sensacionalista que exagera y deforma las informaciones, exacerba los sentimientos, se regocija de la desgracia, se entromete en la privacidad y sobre todo, no aporta nada; bordea la legalidad escudándose en argumentos falaces y explota sólo el lado oscuro de la naturaleza humana, para obtener unas cuantas monedas. Escasea la reflexión sobre el sentido de la ética y el trabajo de los medios, ética del periodista y ética de su centro de trabajo”.
 
Este tipo de periodismo devalúa las democracias, divide a los gobiernos y pueblos y atenta contra el crecimiento, desarrollo y progreso de las colectividades. Es necesario, consecuentemente, postular y demandar un periodismo profesional con sólidos principios y valores éticos, capaz de defender y proteger los derechos de la persona a una vida digna y justa, y de cumplir su rol de transformación de las estructuras de la sociedad en aras del bien común.
Participa:
Valorar
Cargando...
COMENTARIOS
0 comentarios
2018 Grupo Generaccion . Todos los derechos reservados    |  
Desarrollo Web: Luis A. Canaza Alfaro    |    
Editor de fotografía: Cesar Augusto Revilla Chihuan