Suena a ganar tiempo para que los designados descubran poco a poco de qué se trata el encargo y busquen soluciones a los problemas de su sector. Esto sucede cuando se vive en una cultura política donde el amiguismo y la politiquería priman y no se impone la meritocracia como debería ser.
En este caso puntual es doblemente preocupante que en el Perú, donde por un lado tenemos el narcoterrorismo que avanza sin tregua y no se visualiza una estrategia coherente para detenerlo y por otro están los inmensos índices de criminalidad que generan una inseguridad ciudadana permanente y contra la cual tampoco se tiene un plan de acción concreto; se nombre a personas que no tienen mayor experiencia en los temas que se les confía para liderar tan importantes carteras ministeriales por más buenas personas que sean.
Las autoridades se eligen para que convoquen a los mejores y gobiernen con decisión, capacidad y firmeza resolviendo los problemas en beneficio de todos y no para contentar a sus amigos o gente de su entorno, que luego perjudican la gestión y al propio país.
Publicado el 18 de mayo de 2012 en el diario La Razón.