Porque no soy sacerdote puedo hacer público que estoy de acuerdo con una “unión civil”, como la propuesta por el sacerdote Garatea, que sea un contrato civil de convivencia, apoyo reciproco y ordenador de herencias, celebrado entre dos personas del mismo sexo, sin embargo, el sacerdote Garatea no puede decir lo que estoy diciendo porque, por ser sacerdote, tiene que obedecer las órdenes emitidas por la Iglesia a la que pertenece.
No me extraña que los caviares apoyen al sacerdote Garatea porque no tienen noción de lo que es disciplina institucional, ello, sumado a sus utópicas y “caviarizadas” soluciones a los problemas nacionales, sus trasnochadas políticas de gobierno y los constantes pleitos “doctrinarios” que tienen, hacen que sus medidas de gobierno produzcan un efecto contrario al que pretenden alcanzar.
Se suponía que la reforma agraria, hasta hoy alabada por los caviares más conspicuos, incluyendo al ilustre canciller Don Fortunato Rafael Roncagliolo Orbegoso, iba a eliminar el “latifundio”, lejos de ello, hizo que 95,000 hectáreas de tierras agrícolas se concentren en las manos de un solo grupo económico. “Latifundios” como los que se han creado después de la reforma agraria, jamás fueron imaginados, antes de que ella se lleve a cabo, por los mercantilistas peruanos más distinguidos. El sacerdote Garatea, para seguir perteneciendo a su Iglesia, tiene que identificarse, por lo menos en público, totalmente con las posiciones principistas de ella y no lo ha hecho, porque se ha pronunciado, frente al celibato de los sacerdotes y al matrimonio gay, en un sentido que debilita la posición principista de su Iglesia y en respuesta a su pronunciamiento, su Iglesia solo le ha prohibido ejercer el sacerdocio en la zona a cargo del Cardenal Cipriani, es decir, solo en Lima.
Hasta el MHOL (Movimiento Homosexual de Lima), institución que aboga incansablemente por el matrimonio gay, hubiera sido más drástico que la Iglesia Católica, con un vocero que se haya atrevido a insinuar que la “unión civil” pudiera ser una alternativa al matrimonio gay. La “unión civil” no puede ser llamada matrimonio porque no contiene los compromisos que forman parte integral de este último, en el matrimonio, la pareja heterosexual asume obligaciones para con los hijos, no así en una “unión civil” entre parejas del mismo sexo –homosexuales o no– porque dos del mismo sexo no pueden procrear. Introducir el tema de la adopción en este debate es impertinente porque hay países donde no se requiere ser pareja para adoptar.
La disciplina es fundamental para lograr metas en equipo, por ello, los sacerdotes católicos deben, en beneficio de la coherencia que demanda la existencia de su Iglesia, actuar con la disciplina que no tuvieron muchos de los grupos cristianos protestantes que se han y siguen subdividiéndose (Con información del diario Expreso).