Garatea no pasó la revisión técnica

Uno aprende cosas nuevas todos los días. Ahora resulta, según informa el arzobispado, aclarándonos a todos los que estamos perturbando la paz pública con preguntas, extrañezas, protestas y declaraciones, que todos los curas y hasta los obispos de Lima tienen, como las combis, licencias que deben renovarse cada año al pasar los exámenes. Y así sean sacerdotes hace 50 años, pueden perder sus licencias, como le acaba de pasar a Garatea. La revisión técnica concentrada en revisar y purgar las ideas que se tienen y se expresan la hace el cardenal Cipriani, a su buen saber y entender, en nombre del Papa y de lo pontificio, que es lo suyo.

De manera que no hay razón para quejarse ni para dudar de las santas, inspiradas, benévolas y hasta caritativas (pues esto dice el insólito y autocomplaciente comunicado del arzobispado) intenciones del ilustre heredero (además de Riva Agüero) de la Santa Inquisición, ese jefe eclesiástico tan injustamente acusado por centenares de personas, todas ellas de mala voluntad e intolerancia y algunas que, peor aún, hasta son intelectuales que, por tanto, nada saben de estas cosas. Pues estos leen más libros que los misales, sabiéndose que eso está desaconsejado. Esperemos que el Espíritu Santo los perdone por zaherir a quienes sí hablan en nombre del Dios de Roma, único y verdadero, propiedad de quienes tienen la licencia omnímoda de dárselas o quitárselas a otros.

Hay que temer, seguramente, que habrá quien pregunte impertinencias tales como a quién más le han quitado la licencia en todos estos años y por qué comienzan ahora con Garatea, siendo muy claro que es porque se atreve a opinar y no se calla la boca, así que lo tiene muy merecido. Nada tiene que ver este castigo con que no hayan hecho algo similar antes con muy importantes personajes acusados de temas secundarios e irrelevantes como pederastia y maltrato a niños y adolescentes. Siempre hay quienes no se dan cuenta de que todo esto es por el bien y que hay que tener disciplina, fe, resignación y paciencia. Amén.

Es preocupante que al pobre cardenal le estén saliendo manifestaciones que ya se van pareciendo a las de lugares bíblicos como Siria o Egipto, donde se ha permitido poner en duda la autoridad absoluta e infalible que él también merece y exige. Y es más grave aún que no pocos de los miles de manifestantes sean estudiantes y profesores de la universidad que él quiere salvar del pecado ya que uno de sus amigos muy cercanos, miembro –como él– de la Orden (o como se le diga al Opus Dei), dice que esa es un campo de concentración de comunistas. Y por eso ya roza la apostasía que además a ese obispo (por izquierdoso, pensante, reflexivo, pluralista e inteligente, entre otras faltas graves) se le haya nombrado profesor emérito. Vade retro. Exorcismos y abluciones de agua bendita a caño abierto.

En medio de estas turbulencias, hay quien cree y desea que el infalible se vaya, a donde corresponda irse. Pecadores.

Entretanto, en medio de estos repudios heréticos y masivos que alborotan a la ciudadanía, quizá convenga que al cardenal le regalen unos planillones de esos que la ONPE está devolviendo por tener firmas de muertos, entre otras joyas de creatividad xerográfica. Les podrían cambiar el encabezamiento. En vez de “revocar” pueden decir, por ejemplo, “invocar” y convertirse así, milagrosamente, de contrarios a la alcaldesa en favorables al cardenal.

Que va a necesitar quien le escriba (Con información de Diario 16).