Tintaya

Ayer, el alcalde provincial de Espinar en el Cusco encabezó una movilización a la empresa cuprífera Xstrata Tintaya.

Liderando a 400 pobladores denunció a la minera de contaminar sus ríos Salado y Cañipia.

Además exigen el incremento del aporte económico por concepto del convenio marco de 3 % a 30% de las utilidades anuales de la empresa.

Actualmente, la municipalidad recibe por ese concepto un promedio de 30 millones de soles al año.

El ministerio del interior desplazó a 1500 efectivos para resguardar el complejo extractivo. Felizmente no hubo heridos.

Es el mismo cuento en otro paisaje. La autoridad que lanza una medida de fuerza para luego chantajear a la mina.

Lamentablemente, este método está siendo utilizado en varias zonas del país.

Por ejemplo, en Ancash, Antamina ha tenido que pagar seis veces por un pedazo de tierra que le compro a la comunidad.

Asimismo, en Cajamarca, Yanacocha ha invertido 25 millones de dólares anuales en ayuda social desde el 2006 y los conflictos no se han reducido sino que han aumentado.

El asunto es de interés nacional porque la policía no puede estar al mismo tiempo en todas las minas cuidando la propiedad privada. Además, el costo de esta protección es altísimo y lo pagamos todos.

¿Qué se puede hacer?  El Ministerio de Minas tiene que reforzar su Dirección de Gestión Social para lograr el diálogo entre autoridades y dueños de las compañías extractivas.

Las mineras tienen que ganarse a la comunidad no con regalos sino comunicando con veracidad como es la distribución en su negocio.

Por otro lado, debemos mejorar la selección de alcaldes neutralizando a los radicales y derrotándolos en los comicios.

Tenemos una gran tarea las fuerzas democráticas en impedir que demagogos vuelvan a ganar elecciones. Estamos obligados a desterrar a quienes paralizan carreteras para someter a las mineras a su capricho.