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Viernes 25 de mayo 2012

Gracias al Dolor

Por: Luciana Campora
Gracias al Dolor
Foto: astrologavidente.com

Caminaba por la calle, llevando de la mano a mi hijo de 3 años, en una circunstancia de lo más cotidiana, cuando de repente tuve uno de esos pensamientos que a todos nos ocurren y que a veces, nos damos a llamar "instantes de iluminación". Me embargó una ola de comprensión espontánea. Hacía días me venía preguntando qué ocurría con mi felicidad. ¿Por qué, si yo estaba dispuesta a ser feliz, las demás personas de mi entorno parecían oponerse a mi deseo? Veníamos atravesando unas semanas complicadas, más bien turbias, y no lograba dar con pensamientos "felices".

Las dificultades parecían no cesar de acrecentarse, y las tensiones y discusiones comenzaban a superar el límite de nuestra tolerancia. Nos encontrábamos inmersos en esa corriente, entre el stress y la impotencia, y a punto de matarnos... o explotar, cuando encontré por casualidad (una de esas "casualidades" tan oportunas) una frase anotada y olvidada en un viejo cuaderno: "Nada de lo que se te presenta es negativo, sino que viene a recordarte algo, a enseñarte algo, y a despertar al Mago que duerme en tu interior".

Desde los apuntes de "El Legado", Merlín volvía a hablarme, como le había hablado a Arturo. Pasé las hojas del cuaderno al azar, y volví a posar la vista, esta vez sobre un pensamiento de Deepak Chopra. Decía: "Puede que parezca una paradoja, pero cuanto más turbulentos seamos en nuestro interior, con mayor rapidez nos moveremos en el camino espiritual".

Al primer golpe de vista no le conferí demasiada importancia. Más bien lo dejé pasar, aunque pude percibir en mi interior una leve sensación de estarme "perdiendo" de "algo". Pasó todo un día. Obviamente la frase siguió merodeando alrededor de algún recodo de mi mente, no del todo consciente. Y entonces, en el momento más inesperado, caminando por la calle con mi hijito de la mano, sentí el cálido resplandor de esta iluminación súbita, y entonces comprendí.

Fue una revelación capaz de cambiarlo todo. Como quien dice (en argentino): "me cayó la ficha" .Pude ver que las "turbulencias" de las que tanto me quejara hasta incluso minutos atrás, ante las que había llegado a sentirme impotente, y vulnerable, y víctima; no estaban allí sin sentido alguno, sino que eran oportunidades verdaderas. ¡Eran los medios a través de los cuales podría avanzar! ¡Eran el modo más rápido y oportuno para que todos los implicados pudiéramos sortear nuestras diferencias y defectos, y alcanzar nuestro más pleno y elevado potencial! Había decidido ser feliz... y se me estaba acelerando el proceso.

"Las relaciones ideales no existen. Somos nosotros quienes debemos crearlas... y para crearlas, para aceptarlas y recibirlas, debemos transformarnos, debemos crecer. Se necesita de dos (por lo menos) para que una discusión tenga lugar. Si reaccionamos con furia o con hastío, inevitablemente generaremos un clima de tensión" Reflexioné. Todo cerraba. Para crear las relaciones ideales debemos transformarnos. Para transformarnos es que surgen las dificultades. No para soportarlas,...no. Ya había aprendido anteriormente que el crecimiento no viene al tolerar el sufrimiento, sino al buscar el modo de salir de él, de liberarse. No había captado el "cómo" hasta este momento... Y ahora lo veía. La forma de "salir" del sufrimiento era simple: DEJANDO DE SENTIR DOLOR.

Las ideas se aclararon en mi mente en un santiamén y sentí crecer una cálida y hermosa sensación dentro de mi pecho: ¡era Gratitud! Una Gratitud desbordante, inmensa. Estaba agradeciendo a la vida por lo que tenía, por lo que estaba viviendo, y por la oportunidad que se me estaba poniendo enfrente y que acababa de reconocer. Ya no necesitaba echar culpas, ni buscar escapes, ni sentirme víctima. Estaba ante lo que necesitaba. ¿Circunstancias duras?¿Obstáculos difíciles? ¿Opiniones encontradas? ¿Miedo de que fuera esa mi vida, y no la pudiera cambiar?... Sí, necesitaba de todo aquello, lo necesitaba para crecer y para poder ver de esta manera. El sufrimiento no cesaría mientras no cambiara mi forma de verlo.

No era resignación, ni siquiera aceptación de la desarmonía. No. Era diferente. Era comprensión verdadera. Y "dejar de sentir dolor" resultó más fácil de lo que suponía. No debí "ignorar" los hechos, ni hacer caso omiso del dolor, ni resignarme a sufrirlo, ni revelarme, ni combatirlo, ni alejarme, ni huir. Debí celebrarlo, debí agradecerlo. En cuanto pude agradecer las circunstancias que tenía que vivir, se diluyó todo rastro de sufrimiento... ¡Y me sentí feliz! En cuanto me sentí feliz, cambié mi propia vibración. Salí del polo de la negatividad y me elevé hacia una visión nueva y positiva en la que el dolor ya no existía. "Lo semejante atrae lo semejante", mi punto de atracción cambió. Y... ¿adivinen qué? Bastó sólo eso.

Como por arte de magia, todo lo que me molestaba comenzó a  modificarse. Me encontré agradeciendo a las personas con las que momentos antes me enfrentaba... y comprendí que las amaba mucho más de lo que creía. Las amaba con el alma, por haberse prestado a servirme, a pasar por tantos momentos incómodos y difíciles sólo para que yo alcanzara esta comprensión. En lugar de la tan acostumbrada impotencia sentí emerger una fuerte sensación de Poder. Era sabia, y fuerte, y los Amaba, y podía cambiar mi realidad, y podía enfrentar todos los demás desafíos que me esperaran, porque ellos estarían allí para dejarme un regalo, para enseñarme algo, para que pudiera crecer más, para hacerme más y más, y más felíz.

Estaba siendo felíz GRACIAS al dolor, no deseando que este se fuera, porque todo estaba en su justo lugar. Y entonces, cuando solté la ansiedad porque las circunstancias cambiaran... ¡estas cambiaron! Mi entorno retornó a la armonía, mis seres amados me respondieron con amor. Y aunque los problemas de fondo no estuvieran aun solucionados, teníamos lo que hacía falta: Teníamos tiempo, y nuestras presencias a veces discordantes, y el amor que nos unió no por azar, sino con el propósito mayor de hacernos avanzar. Aprenderíamos paso a paso, quizás con algunos tropiezos, pero ya sin resentimiento, sino con Gratitud, Confianza, y Amor.

Luciana Cámpora, escritora

www.lucianacampora.com

Libros y Escritos para el Desarrollo Personal y Espiritual

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