Nuestro ser no es tan sólo el cuerpo sólido que vemos delante del espejo, sino que poseemos otros cuerpos, los cuales al vibrar más rápidamente no los percibimos de forma tan sólida y clara.
El cuerpo emocional y el cuerpo mental también tienen necesidades, y si no las compensamos al nivel de su vibración, desearan compensarlo con alimentos de naturaleza física, "comida", y producirán todavía más conflictos en un cuerpo con carencias. Es entonces cuando la unidad armonía, equilibrio y paz se desintegra, se divide en dos polos, antagónicos y opuestos: lo que necesito y lo que deseo.
LO QUE NECESITO
Muchas personas poseen un cuerpo físico muy débil y al mismo tiempo un cuerpo mental y un cuerpo emocional muy tenso, rígido, con exceso de energía. Mientras el cuerpo físico necesita reforzarse, remineralizarse y nutrirse, el emocional y el mental necesitan abrirse, fluir, relajarse y depurarse.
No podemos empezar a reforzar el cuerpo físico hasta que no empecemos un trabajo energético de abrir y depurar, equilibrar y armonizar los cuerpos más sutiles, los que vibran más rápidamente (el mental y el emocional). No es cuestión de comida, sino de saber qué emociones tenemos encerradas desde hace años, qué actitudes mentales acarreamos, qué creencias en nosotros van afectando nuestra realidad. Cuando se localiza algún desequilibrio físico, este conflicto ya existía desde hace años en los otros cuerpos. El físico es el último paso, el paso material y de vibración más densa con el cual se exterioriza.
LO QUE DESEO
No sentimos manipulados y esclavizados por cierto sabor, alimento o situación social que según nosotros no podemos controlar. Sin el conocimiento o dinámica energética de la vida, puede que esta postura sea la única que podamos adoptar, pero existe un mundo muchísimo más amplio, un mundo en el cual podemos decidir, entender y actuar libres de presiones, tanto interiores como exteriores.
La falta de conocimiento en una materia o situación de la vida nos produce "miedo", y este miedo nos convierte en víctimas y esclavos de esta misma situación de la cual deseamos huir y a la que no queremos enfrentarnos.
El primer paso para entender nuestros apegos a la alimentación es entender su efecto y su energía, y saber qué carencia energética es la que estamos buscando en dicho alimento. ¿Qué nos aporta? ¿Cuándo lo deseamos? ¿En qué momento del día? ¿Cómo nos sentimos? ¿En qué situación nos encontramos? ¿A qué nivel lo deseamos: físico, emocional, mental?
Poco a poco, este rompecabezas del cual no conocíamos su imagen empezará a cobrar su forma y entenderemos su porqué.
Puede que nuestro cuerpo físico tenga una carencia de proteína y grasa y por ello deseamos, por ejemplo, patatas fritas con mucha regularidad. Pero puede que también nuestro cuerpo emocional tenga una carencia, esté desnutrido, y por ello nuestra mente escoge este alimento para paliar sus necesidades.
CARENCIAS EMOCIONALES
Si deseamos estimulantes es porque hemos sufrido algún problema emocional o dificultad en la vida. Entonces buscaremos esta tapadera energética de efectos evasivos, dispersantes y volátiles, o puede que la tapadera sea con efectos energéticos opuestos, desearemos tomar exceso de pan, galletas, pizzas, snacks salados, carnes, huevos o quesos, de efectos contrayentes, de cerrar, crear límites y barreras sólidas para protegernos, para no sentir, para no sufrir.
Normalmente, lo que deseamos no es lo que necesitamos, pero al haber perdido nuestra intuición, se traduce de esta forma. Por esto recomendamos que en lugar de juzgar el alimento que deseamos, observemos la vibración y el efecto que generaría en nosotros, escogiendo de forma más integral y natural un efecto parecido al nivel del cuerpo que lo necesite.
Tanto para saber lo que necesitamos, como lo que deseamos, es importante un trabajo de auto-observación y concienciación interior.
Hay que poseer la "habilidad-para-responder" a cada momento, cambiar, fluir, con las necesidades y los cambios energéticos constantes que la vida nos depara. Para ello se necesitan cuatro energías o cualidades: vivir en el presente, tener habilidad para intuir y escuchar los susurros de nuestras necesidades interiores, estar abiertos a cambios en cualquier momento y tener energía y vitalidad para poder efectuar los cambios.
Con estas cuatro cualidades podremos tener la habilidad para responder o responsabilizarnos sin rigidez ni control de nuestra propia vida, creando a cada momento con fluidez, alegría y vida lo que necesitamos.
Nota publicada en la eco.net