Fuimos minusválidos políticos y económicos

1.- Está claro que el marxista comunista radical Gregorio Santos no es ningún caído del palto. Aseguró que el MP y el PJ, siempre temblorosos, no procedan con las denuncias en su contra habiendo lanzado a la palestra política su partido o frente electoral 2016.

Hasta ahora el gobierno no le pone freno verdadero a los desmanes y despilfarros de los antiperuanos, que prefieren favorecer a países extranjeros fregando al Perú con sus ONG, negándole o frustrando su desarrollo económico al crear un clima inconsecuente con la inversión privada. Prefieren pedir limosna a los europeos para materializar sus utopías o arrodillarse ante Castro y Hugo Chávez de la despatarrada Venezuela (por eso Roncagliolo no quiere que el presidente vaya a Santiago a firmar el fundamental Pacto del Pacífico).

Les acompañan gustosamente los mercantilistas insertos en el gobierno. Ya comenzaron con las ideas proteccionistas, fieles a sus ambiciones personales antes que favorecer al país donde viven. No ven las horas de hacer saltar por los aires los TLC (como probablemente ocurrirá con China. Los chinos no entran en vainas). Implantando necedades con el tema del algodón peruano (atrasado en su modernización como toda la herencia velasquista) y la prohibición de importar textiles chinos.

2.– En el último tercio de mi vida, siempre alrededor del pensamiento “Perú”, me doy cuenta que la acendrada admiración que tengo por la obra del presidente Fujimori (sin conocerle personalmente) se debe a algo muy sencillo, a la vez producto de mi ancestro familiar.

Durante 110 años hasta su gobierno, Perú tuvo un pie anclado en el Huáscar y el otro en Pachacutec. Costa y Sierra. Dos derechas, la de los acorazados ficticios que perdió la guerra, se escondió o viajó y regresó para cogobernar con Piérola (la mal llamada “república aristocrática –el aristócrata defendía su feudo hasta la muerte”) y la derecha que también perdió la guerra, pero cayó peleando, sacrificando sus vidas y bienes por el honor de la Patria. Era el trauma de nuestra historia (que ahora parece haber cruzado la frontera). Historia que paralizó nuestro ánimo durante el siglo XX convirtiéndonos en minusválidos políticos y económicos.

En pocos años bajo su presidencia los continuos triunfos del Perú en los campos político, económico, social, financiero y militar, devolvieron la confianza en sí mismos a peruanas y peruanos de todas las categorías sociales, de la A a la E, ayudándoles en la Costa a levar el ancla del buque legendario.

Son los jóvenes de entonces que 20 años después, manejan sus vidas exitosas con autonomía. Ellos solo creen en hechos positivos (ya están entrando a la investigación científica). Nada que ver con utopías marxistas trasnochadas de 1900 ni con caviares mediocres de medio pelo, ni viejos ateos payasos o terroristas asesinos. De esta mayoría es el Perú de hoy y mañana, eso alegra el espíritu a los viejos que aún sufrimos del letargo del XIX.

NB. En lugar de facilitar la formalización de Mypes, los izquierdistas estatistas todavía incrustados en el gobierno ponen trabas y barreras. Más importantes que la fantasmal CGTP son los 9 millones de pequeños empresarios que así y todo no tienen asiento en el Consejo Nacional de Trabajo.

Publicado el 28 de mayo de 2012 en el diario La Razón.