Tras la crisis económica por la que atraviesa Europa a partir del año 2009, los países anteriormente considerados como “países tercermundistas”, ahora no son más que países que, luego de haber gozado de un poder adquisitivo envidiable para los países del Occidente, deben aceptar su cruda realidad.
Una causa muy notoria es la temporalidad y la fragilidad respecto a las oportunidades laborales. A ello se suman la discontinuidad e informalidad que son practicadas en el occidente.
Un claro ejemplo, es Brasil, considerado como un país semiindustrializado donde la cantidad de trabajadores que perciben un determinado salario por horas de trabajo es reducida. En cambio, la mayoría de brasileños sale adelante en condiciones mayormente precarias.
De otro lado, Alemania se considera un modelo a seguir debido a la forma cómo retiene la crisis financiera. Sin embargo, las opciones de empleo de muy menor categoría se incrementa a pasos agigantados.