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REDES SOCIALES
Martes 29 de mayo 2012

Arriesgando algunas prioridades

Por: Grover Pango Vildoso.
Arriesgando algunas prioridades
Foto: Medios

En educación TODO ES IMPORTANTE y por eso resulta tan difícil ponerse de acuerdo en por dónde hay que comenzar cuando se está frente a la decisión de hacerlo.

El concepto de reforma educativa se ha extendido por todo el continente. Nadie está conforme con la educación tal como está y hace esfuerzos por cambiarla. Incluso entidades hasta hace ajenas a las preocupaciones educativas, como el Banco Mundial (BM) o el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), han incursionado en ella habida cuenta que, sin una educación de calidad, no se podrá contar con el adecuado capital humano que requiere el desarrollo.

Dice bien el Proyecto Educativo Nacional (PEN 2007) al señalar que “una educación renovada (reformadase diría) ayudará a construir una sociedad integrada –fundada en el diálogo, el sentido de pertenencia y la solidaridad- y un Estado moderno, democrático y eficiente. Dotará al país de ciudadanos participativos, fiscalizadores, propositivos, con capacidad de liderazgo e innovación dando así vida sostenida a la descentralización”.  Quizás debió agregarse: ciudadanos “emprendedores”.

El PEN ha planteado objetivos a alcanzar en la ruta hacia el 2021 que atañen precisamente a la calidad educativa, a los aprendizajes pertinentes, a la profesionalización docente, a la gestión descentralizada con resultados, a una educación superior para la competitividad y a una sociedad que forme ciudadanos.

En armonía con esos grandes objetivos, cuyos avances debemos conocer dentro de nueve años, es que formulamos aquellos desafíos sobre los que –nos parece- necesitamos tomar decisiones enfáticas y también diferentes. Y diferentes implica correr riesgos, soportar críticas, pulverizar mitos y enmendar creencias.

Uno. Vincular decididamente la educación básica a las exigencias del trabajo. Es absurdo que alrededor de 200,000 egresados de secundaria, cada año, deambulen sin competencia alguna recibida de la educación.

Dos. Compartir más claramente la responsabilidad educativa con los gobiernos regionales. No parece tener mucho sentido que la descentralización educativa sea ajena al compromiso de los gobiernos subnacionales.

Tres. Recuperar el liderazgo de los Directores de centros educativos. La pérdida del rol, la imagen y la autoridad de los directores ha arrastrado al descrédito a sus instituciones. Y viceversa. La Carrera Pública Magisterial podría esmerarse en priorizar esta necesidad.

Cuatro. Capacitar a los maestros es una tarea irrenunciable. Tanto en la etapa formativa inicial (hay una propuesta de formarlos sólo en las universidades, que es un asunto a debatir) como en servicio. Lo cual hace indispensable retomar con bríos la aplicación de la Carrera Pública Magisterial.

Cinco. Revisar y evaluar el rol, el funcionamiento y los resultados de la universidad peruana, pública y privada. ¿A quién rinde cuentas la universidad peruana?

Todo es importante y es urgente, pero por algo se tiene que comenzar. Por no hacerlo, a veces nos encontramos girando sobre el mismo sitio.

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