Las encuestadoras no valen ni una discusión

Un par de encuestadoras pretenden desprestigiar al Cardenal Cipriani. En setiembre, un sondeo de Apoyo favoreció a la Católica frente al litigio con el Arzobispado de Lima mostrando porcentajes de una minoría de entrevistados -que sabían del tema- como si fuera de toda la muestra, es decir, de 1200 entrevistados sólo 278 beneficiaban a la PUCP.

En el caso reciente de GFK, lo mismo, se deforma un sondeo cuando menos de la mitad de ellos saben del tema Garatea (395 de 1400 encuestados). Las preguntas en ambos casos fueron mal hechas y el resultado es el sentir de una minoría, confundiendo a la opinión pública de forma malintencionada. En resumen, no tienen validez.

Observando los resultados de las encuestas durante tantos años me llevan a la conclusión de no confiar absolutamente en ellas.

Están hechas por empresas, es decir, hacen negocio. Están al mejor postor. Crean, destruyen o ayudan a candidatos. Demuelen personas e instituciones. Su presunto academicismo o rigor científico se esfuma como escribir en la arena. Lo peor: algunos les creen y se guían, y los medios les dan cabida.

Las encuestadoras tratan de avizorar el futuro y después justifican por qué no sucedió, con la excusa que “es la foto del momento”, “el encuestado es muy volátil” y otros pretextos. Asustan a la gente, sube y baja la bolsa… Business. ¿Diferencias entre las encuestadoras? “Problemas de metodología” es la coartada.

Los medios de comunicación deben tener cuidado en divulgarlas. No se puede manipular tan groseramente a la opinión pública.

(*) Periodista. Miembro de la Prensa Extranjera.

Publicado el 30 de mayo de 2012 en el diario La Razón.