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Miércoles 30 de mayo 2012

La vida (de otro) por tus colores

Por: Renato Guerrero.
La vida (de otro) por tus colores
Foto: Renato Guerrero

El fútbol es un deporte hermoso que nació de pasarla bien en la calle, patear una pelota es sinónimo de diversión, una jugada vistosa es sinónimo de aplauso y admiración, perder un campeonato al último minuto es sinónimo de tristeza, de lágrimas y un evento futbolístico en general es sinónimo de pasión. Lo que no se debe permitir, y que lamentablemente, está pasando es que el fútbol se convierta en sinónimo de violencia o muerte.

Conocemos ya muchos casos de muerte en el fútbol, de fanatismos enfermizos que terminan en violencia, palazos, heridas con armas blancas, balazos mortales y que se crean por no saber entender lo que es el deporte en sí. Las barras se crearon para apoyar a los colores que uno quiere con el alma, para cantarle a su camiseta y para vivir alegrías y tristezas junto al plantel de jugadores que sale cada fin de semana a la cancha. Las hinchadas involucionaron y cambiaron el tiempo que usaban para crear canciones y para pintar banderas para convertirlo en tiempo para planear como pelear con los rivales y arrebatarles los trofeos oficiales.

La mafia entró a estos grupos y el dinero también tuvo que ver en la división de grupos que apoyan a un mismo equipo pero que no se pueden ver entre ellos. El poder que le da a un jefe de barra de tener el control de las entradas populares es el sueño de todo barrista que se hace llamar así pero al cual podríamos llamar simplemente un confundido de la vida. La droga (el consumo y la venta) también es un factor determinante para que individuos que viven en una realidad alternativa entren al fútbol.

Hoy en día ya no es noticia la forma de alentar, sino la forma de amedrentar al rival o incluso a los mismos grupos internos. Esto se ha llevado tan lejos que hasta los miembros de estas pandillas se creen con derechos de ingresar a las concentraciones, camerinos o entrenamientos a exigirles a los jugadores que hagan una buena campaña porque si no lo hacen se van a "comer un par de tiros".

En Sudamérica existe de todo y Argentina se está convirtiendo de a pocos en el lugar menos seguro para ir a una cancha a ver un partido. El país de Diego Armando Maradona, de Guillermo Stabile, de Alfredo Di Stéfano, de Ángel Labruna, de Lionel Messi y de tantos otros dioses de la pelota, el que canta los noventa minutos y tiene a los hinchas más fieles y entregados que uno pueda ver en el mundo está cambiando para mal y cada vez existe más violencia. En lo que va del 2012 ya han habido amenazas de muerte a jugadores, técnicos y dirigentes, personas muertas por balas perdidas, barristas con más armas que canciones en la cabeza y un gran grupo de delincuentes que utilizan el fútbol para tapar su asquerosa forma de vivir y de conseguir lo que quieren.

Los delincuentes disfrazados de barristas están llenando cada vez más esas tribunas que antes se vestían con los colores de la camiseta de un equipo que buscaba divertirse en el campo de juego y ganar. Mientras el equipo aún hace lo suyo, estos sujetos están al tanto de qué robar, a quien matar o donde disparar. Lo peor de todo es que la impunidad está a la orden del día. ¿Es una solución jugar sin hinchas? ¿Por qué el silbido pasó a ser insulto y luego terminó siendo una amenaza de muerte?

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