Martes 16 de abril 2024 | Contáctenos
Un día después de la aplastante victoria del cuadro albiceleste frente a su similar de Ecuador, la Argentina amante del fútbol, toda Argentina, se rinde ante el pequeño gran hombre que con sus magistrales desplazamientos y sus toques de genio al balón condujo ayer por la tarde a la escuadra nacional por la senda del triunfo ante Ecuador. Al punto que tal como reconoció el diestro rosarino con el rostro que traducía una alegría inmensa, ayer fue el día en el que recibió la mejor ovación en su patria portando la camiseta de la dos veces campeona del mundo.
No era para menos, la “Pulga” Messi tuvo que ver en cada uno de los cuatro goles que encajó la portería ecuatoriana. En el de Sergio Agüero, cuando sirve a Di María desde el centro y este elevando con mucha clase el balón hace lo mismo con el “Kun” que incrusta el balón en valla ecuatoriana a los 19 minutos de la primera etapa. En el de Gonzalo Higuaín diez minutos después, cuando luego de evadir a tres rivales coloca la redonda en los pies del “Pipita” que ligeramente desde la derecha vence otra vez adversaria. En el tercero, tan solo 2 minutos después, cuando servido por Higuaín, desde el centro del área convirtió su vigésimo quinto gol portando la albiceleste. Tremendo jugador este crack de la más pura estirpe futbolística gaucha.
Cómo hoy toda Argentina no se iba a inclinar ante el hombre que en poco más de media hora en el primer tiempo de juego había liquidado ya a su rival de turno que humillado dejó el campo de juego. Cómo no iba reconocer la afición rioplatense hoy en la persona de Lionel Messi, ovacionándolo, gritando su nombre hasta más no poder, al digno sucesor de Maradona, Kempes, Di Stefano, entre otros, si en el cuarto tanto que convirtió Argentina, el gol de Ángel Di María a los 30 minutos del segundo tiempo se concretó gracias a la confusión que generó su inconmensurable presencia con hambre de gol en el área ecuatoriana. Inclinarse ante lo perfecto era lo lógico, hoy toda argentina lo hace.
Atrás, muy atrás queda, las performances en los campos sudafricanos. Muy atrás quedan también los encuentros de la Copa América hecha a la medida de una Argentina que dudaba de su desino. El Messi de hoy es otro. Ya no solo es el crack de la escuadra de ensueño que es aun para muchos el Barcelona FC, el Messi de principios de junio de 2012 es también a partir de ayer sábado no solo el capitán de su equipo nacional, sino también el líder futbolístico, el engranaje que la albiceleste necesitaba: Vale decir la columna vertebral de un equipo que tenía todo en la retaguardia y adelante, pero carecía malamente de la columna vertebral, el engranaje que necesitaba para funcionar como una aplanadora.
Messi, no cabe duda, le dio ayer lo que le faltaba a un equipo que contando con una pléyade de superdotados del balompié no encontraba la fórmula para funcionar como un sistema y no como una suma de individualidades. Alejandro Sabella, el entrenador de los bicampeones mundiales, puede, dejando atrás esta quinta fecha de las eliminatorias para el Brasil 2014, ver el horizonte con nuevos ojos. Lionel Messi, al madurar portando la camiseta de sus amores, ha dicho presente mostrando su gran valía en tierra argentina. Y anuncia con sus genialidades en el campo que la Argentina de hoy no solo aspira a clasificar liderando el pelotón sudamericano, sino también a la gloria en la cita brasileña dentro de dos años. De eso, nadie debe dudar.
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