Alan García y la misericordia

Las personas que han seguido los artículos anteriores pueden sospechar, me imagino, que mi devoción a Alan García no es, digamos, desbordante. El ex- presidente estuvo en los medios hace unos días abogando por el indulto a Alberto Fujimori. Sus razones eran dos: Fujimori es un hombre de edad y su salud no es buena.

Creo que no es pensar mal sospechar que Alan García no dice nada para el consumo público sin sopesar el cálculo político de sus palabras. Aquí el cálculo tiene ojos hacia 2016 y la base de votos fujimoristas absolutamente firmes que, según las encuestas, rondan por el 20% del electorado. Ser el salvador de la cárcel del querido Alberto le vendría como un anillo al dedo, sobre todo porque su propio partido, el APRA, no pasa por su momento más boyante.

Es verdad que Fujimori tiene un cáncer. Ha sido examinado en el Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas (INEN), que no es un hospital de tercera categoría, sino todo lo contrario. Allí se reúnen los mejores especialistas del país en el tema del cáncer. Yo mismo he pasado por INEN y soy testigo de que la atención en todo sentido es excelente. Los médicos especialistas del INEN han dicho que la enfermedad de Fujimori no es una enfermedad terminal. No está en peligro de muerte.

Es bueno recordar que la condena de Fujimori fue sólo por dos hechos abominables: su responsabilidad por el asesinato extra-judicial de los estudiantes y un profesor de la Cantuta, y su decidido apoyo a la creación de ese escuadrón de muerte llamado el Grupo Colina. No ha sido juzgado por la corrupción de los altos mandos de la fuerza armada que recibieron millones y millones de dólares, plata de todos los peruanos, ni tampoco por la corruptela alrededor de su intento de inscribir su partido para ser elegido por un tercer período en el año 2000 (¿es nuestra memoria tan corta que olvidemos la fábrica de planillones con firmas fraguadas para la inscripción de su agrupación política en 2000?). En el fondo, Fujimori debe sentirse aliviado porque el poder judicial, por las limitaciones de los términos de la extradición del poder judicial chileno, no ha podido juzgarlo también por estos actos y otros durante el tiempo de la dictadura.

Es bueno recordar también que la situación de Don Alberto no es para nada inhumana. Tiene baño propio, sala de dormir y sala de estar donde puede recibir sus visitas. No está en una celda, está en una suite, un encarcelamiento no sólo dorado, sino doradísimo. Sus hijos y familiares, como también los congresistas de su bancada, tienen entrada libre para visitarlo cuando quieran o cuando puedan. El mismo jefe del INPE dijo hace poco que le parecían excesivos los privilegios que tiene.

La misericordia de Alan García se vuelca a liberar a Fujimori. Lástima que no se volcara en junio pasado cuando firmó el injusto y nefasto decreto supremo que puso el límite de tiempo (el 31 de diciembre del año pasado) y de montos de dinero del Registro de las Víctimas del conflicto armado que hemos padecido como nación. Hay límites de la misericordia de nuestro ex-presidente, pero vamos, las víctimas son, casi todas, gente pobre. Entre ellas no hay, probablemente,  muchos votos para Alan.

El Presidente Humala no ha derogado todavía este injusto decreto supremo. Ya es tiempo que lo haga, para la inclusión, para la dignidad de las víctimas, para que este país nuestro pueda ser un poquito más humano.

(Fuente: Bajo la Lupa)