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Lunes 04 de junio 2012

¿Matar a la madre?

Por: Lic. César Sánchez Olivencia.
¿Matar a la madre?
Foto: Medios

- “Sí, nosotros la matamos. Estaba cansada de sus reglas, que haz esto, que haz lo otro, que no te juntes con ese chico. Nada le gustaba, nadie era perfecto, mientras que ella podía hacer todo después de que se separó de papá”. La Dirincri logró esta confesión inicial de la joven en febrero de 2010. Posteriormente, el fiscal acusó que presuntamente Elizabeth Espino Vásquez había matado a su madre por ambición a la herencia. En estos días la imputada ha cambiado su versión.

Espino es acusada como presunta autora del delito de parricidio en agravio de su propia madre, la abogada tributarista Elizabeth Esperanza Vásquez Marín. Por su parte, su ex enamorado, Fernando Gonzales Asenjo, que ya fue sentenciado  a 28 años de cárcel y Jorge Eduardo Cornejo Ruiz aceptaron los cargos en su contra y se acogieron a la conclusión anticipada.

No se trataría del Complejo de Electra que definió Carl Jung. Según lo actuado hasta ahora, se deduce que la causa estructural se refiere  más bien al trastorno de la personalidad conocido como psicopatía, mientras que  el móvil del delito ha sido la ambición por el dinero de la herencia. No todas las psicópatas asesinan a sus madres; ni todas las ambiciosas deciden quitarle la vida a su progenitora.

Tipificación del delito

El parricidio -que es conocido como matricidio cuando lo comete una mujer- es un crimen que está volviéndose frecuente en la actualidad de nuestro país. Por eso debemos saber reconocer este delito. El parricidio se ve impulsado por situaciones delicadas o conflictivas dentro de las familias Otras de las causas más resaltantes  es la ambición de obtener ilegalmente el beneficio económico, que antes del asesinato, correspondía al padre o la madre.

La herencia. La codicia por cobrar un seguro de vida, presunto móvil señalado por la fiscalía, es solo uno de los factores que llevó a esta joven a planear con sangre fría el homicidio  contra su propia madre. No solo se trata de una  ambición por la herencia. Si así fuera, todos los que esperan gozar del dinero de sus padres tendrían que convertirse en asesinos.

Este fenómeno inédito en el  Perú motiva a reflexionar  sobre las causas que llevan a los hijos al extremo de asesinar al ser que les dio la vida. Por primera vez en la historia criminal tenemos a cuatro matricidas, que se caracterizan por provenir de hogares con relaciones  conflictivas. Todas gozaban de una cómoda situación económica, estudiaban en prestigiosas universidades privadas, y disponían de recursos suficientes para el deber y el placer.

Las posibles causas psicológicas

En las familias de padres separados, cuando uno de ellos, papá o mamá,  se encuentra ausente físicamente o no satisface las necesidades emocionales de los hijos, especialmente el papá que representa la figura de autoridad, se puede afectar el desarrollo psicológico de los hijos. Sucede a veces que sola no puede afrontar los conflictos, generándose relaciones tensas que pueden desencadenar en desenlaces fatales, al extremo de cometer un homicidio.

La psicóloga Inés Arribillaga, que trabaja en talleres de madres e hijas, plantea diversas situaciones, a las que llama “malas historias”: a) El abandono, la ausencia o la indiferencia de la madre en forma permanente; b) La competencia constante con la hija; c) La intromisión constante en la vida de la hija; d) Los vínculos en que la madre vive a expensas de la hija; y e) La descalificación.

Revisemos el primer factor que se relaciona con el matricidio que comentamos. La ausencia o la indiferencia permanente de la madre, impiden la relación natural de afecto madre-hija; la intimidad, y la confianza, son vivencias personales decisivas en las primeras etapas de la vida. La personalidad se diferencia e individualiza. Si no hay madre, el amor familiar se deteriora y luego lo buscamos de manera traumática. Si no hay padre en el hogar, se produce una desviación de la conducta.

La crítica constante por exigencias en el desempeño escolar, inteligencia, belleza, amigos, conducta, entre otros puntos etc. provocadas por la insuficiente valoración personal de la madre que se proyecta en la hija, atrofia la autoestima de una joven, convirtiéndola en una persona insegura y desconfiada, que busca una salida para sus frustraciones. La psicopatía se convierte en modo de ser sin que la enferma o su entorno tengan plena conciencia del fenómeno.

La psicóloga Gemma Cánovas, y autora del libro El oficio de ser madre, explica que "muchos choques entre madre-hija tienen un componente psicológico y social, la madre ve reflejada en la hija su propio ideal,existe el riesgo de que la madre quiera reparar a través de la hija ciertos conflictos propios (…) Los conflictos o fricciones pueden emerger en dos etapas: en la primera infancia, de tres a cinco años, y en la pubertad-adolescencia”.

La escritora Laura Freixas, afirma que hay dos problemas en la relación madre-hija por el hecho de que la crianza de las hijas corresponde en general a la madre: eso hace que cueste despegarse una de otra. El problema fundamental es la decepción; de niña, la hija ve a la madre como una "persona poderosa" (…) cuando crece vemos que tiene menos poder, menos autonomía. Y eso hace que la niña se rebele para afirmar su valor y no encuentra modelos de mujeres valiosas".

Benjamín Franklin dijo: “de aquel que opina que el dinero puede hacerlo todo, cabe sospechar con fundamento que será capaz de hacer cualquier cosa por dinero”. Esta  verdad se valida a cada momento. Algunas personas  han perdido la dignidad, la libertad o la vida por dinero. La situación jurídica de Elizabeth Espino se ha agravado por las contradicciones en que ha incurrido en el reciente interrogatorio de la fiscalía. La presunta bipolaridad, que es la tesis de la defensa, no la exime de culpa. El principio de presunción de inocencia se ha debilitado.

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