"Ollanta escucha, yo he pedido para que ganes tú. Tú has dicho en tu campaña, te vamos a defender a los pobres de las minas", increpa dramáticamente una mujer de Espinar al presidente Humala, ante la noticia de las primeras muertes en la zona. La crisis de Espinar muestra una vez más la ruptura del tan celebrado crecimiento económico, la inmensa brecha de la inclusión social y de qué lado se pone el Gobierno.
La dinámica del conflicto era previsible y no se actuó. Ante el conflicto desatendido, líderes y autoridades locales encuentran en la movilización y presión social un mecanismo de negociación para nivelar una negociación brutalmente asimétrica con la empresa minera.
Estalla el conflicto. Frente a ello, silencio presidencial y se aplica la agotada estrategia Valdés que agudiza el problema: estado de emergencia y detención de actores claves, quienes deberían ser alentados a restablecer un diálogo local en lugar de ser detenidos. La detención del alcalde distrital en plena reunión con el presidente regional constituye un punto de quiebre: estrategia y Premier agotados, ambos deben ser cambiados.