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Miércoles 06 de junio 2012

Tiempos Violentos

Por: Juan Sheput.
Tiempos Violentos
Foto: Medios

La situación en Cajamarca ha vuelto a recrudecer pues las protestas y los enfrentamientos con la policía son constantes. La situación en el Cusco es similar y en otras regiones existe la amenaza que los conflictos adquieran dimensiones preocupantes. Es la consecuencia de apostar por un estilo de confrontación y poco dialogante, en el cual  el gobierno en lugar de colocarse en un punto medio, equidistante de ambas partes, funge de vocero del sector empresarial, lo cual le resta el rol de mediador que en circunstancias especiales debe tener el Estado.

La apuesta por la violencia y los métodos propios del fujimontesinismo como el sembrado de “pruebas” nos recuerdan lo peor de la década de los 90. Igualmente la descalificación de los opositores vía adjetivos  o insultos. Llamarlos radicales o extremistas tiene como objetivo tergiversar el sentido del mensaje a costa de la destrucción moral o política del mensajero. Para ello se prestan algunos periodistas que por lo visto no han aprendido las lecciones que nos dejara la década más corrupta de nuestra Historia.

Es evidente que el gobierno ha apostado por un estilo autoritario. Estimulado por un sector anacrónico de derecha el gobierno ha creído a pie juntillas que este modelo, el de la respuesta violenta, con detenciones arbitrarias, con un uso e interpretación de la Ley draconiano, funciona. No es así. El gobierno no se da cuenta que así generará  un clima de revuelta nacional que podría terminar devorándolo. Está perdiendo su base social, la que más votó por él lo cual es grave pues ya perdió su base política, la que apostó por él.

Esta situación es peligrosa para la democracia. Los que la estimulan con sus pedidos de balas, uso de la fuerza y poco apego al diálogo, no se dan cuenta que para que este “modelo” funcione se necesita que se anulen los fundamentos de la democracia como son la independencia de poderes, el control político, el respeto a los derechos individuales. Y no atrae inversión, como se corrobora estudiando el periodo fujimorista en que la “liquidez” la dio la venta de empresas públicas y no la productividad ni la exportación.

Fujimori fungía de eficaz no por su capacidad, que no tenía, sino porque todo lo tenía cooptado. El Congreso había sido comprado, el Poder Judicial daba fallos a la medida y el Ministerio Público estaba a disposición. Así el fujimontesinismo podía hacer lo que, literalmente, le viniera en gana vendiendo una falsa imagen de eficacia.

En la actualidad apostar por el mismo estilo violento y confrontacional no conducirá a nada pues hay poderes que al menos se esfuerzan por mantener cierta independencia, hay congresistas dignos que se niegan a renegar de sus representados y hay una prensa que sigue informando a pesar de las presiones.

Haría bien el presidente Humala en prescindir de los servicios de todo aquél que le diga que en la violencia y la represión está la solución. De no hacerlo podría abrir la puerta de tiempos realmente inmanejables.

Publicado el 06 de junio de 2012 en el Diario 16.

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