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Sábado 09 de junio 2012

Aspiración marítima boliviana es legítima

Por: Francisco Chirinos Soto.
Aspiración marítima boliviana es legítima
Foto: Medios

La mediterraneidad, o sea la carencia de acceso al mar, no es en sí misma una situación que agravie el sentimiento de una nación. Mediterránea es Suiza, como lo es Hungría o la República Checa, en Europa, así como Afganistán o Mongolia Exterior en Asia, varios países africanos e incluso Paraguay en nuestra propia América. Y para ninguno de ellos esa realidad constituye motivo de reclamo, protesta o aspiración colectiva. En cambio, para nuestra vecina y hermana Bolivia, la mediterraneidad es una espina clavada en el corazón, porque es consecuencia de una guerra de rapiña y de un tratado ominoso –el de 1904– que la hizo renunciar a una porción de rico e importante territorio bañado por las aguas del Pacífico.

En la última reunión de cancilleres de la OEA, realizada precisamente en la ciudad boliviana de Cochabamba, Bolivia ha insistido en su reclamo para lograr la revisión del Tratado de 1904 y la devolución, cuando menos parcial, de su antiguo territorio, a efecto de recuperar su presencia marina. Ha gozado en esa propuesta del apoyo mayoritario de todos los países del continente.

Por su parte, el beneficiario del Tratado, se aferra a la teoría de su inamovilidad y su carácter definitivo y eterno. Pero no puede ser así. Los tratados que suponen cesiones territoriales no están provistos de condición alguna que impida su revisión. Si así fuera, Francia no hubiera recuperado, en el Tratado de Versalles de 1919, los departamentos de Alsacia y Lorena que le fueron arrebatados por Prusia al término de la infortunada guerra de 1870 provocada con perfidia sutil por Bismarck. Hubo un tratado, suscrito en Frankfurt en 1871, por el cual Francia cedió a la naciente Alemania las dos provincias. Y hubo otro tratado, el de Versalles, en que las recuperó.

España, a su turno, recuperó la soberanía sobre la isla de Menorca, que había perdido en el Tratado de Utrecht, suscrito en 1713 con Inglaterra, en cuya virtud se sancionó también la pérdida de Gibraltar a favor de esta última potencia. En el Tratado de Amiens de 1802, Inglaterra devolvió Menorca, pero no Gibraltar. Ahora, se está discutiendo diversas fórmulas acerca del futuro del histórico peñón ubicado al ingreso del Mar Mediterráneo.

Quiere decir, pues, que es perfectamente posible la devolución de territorios que habían sido objeto de cesiones o anexiones contempladas en tratados, particularmente si éstos fueron celebrados y suscritos a partir de victorias militares. De ahí que el reclamo de Bolivia para que Chile habilite su salida al mar es perfectamente legítimo y puede, en mi concepto, dar lugar a una acción judicial ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya.

Obviamente, el epílogo de tal diferendo habrá de consistir en la devolución de lo que fuera territorio boliviano antes de la Guerra del Pacífico. Aquella pretensión según la cual Chile podría ofrecer un angosto corredor paralelo a la Línea de la Concordia –fijada por Perú y Chile en el Tratado Rada y Gamio Figueroa Larraín del 3 de junio de 1929– es del todo inadmisible, porque resultaría devolviendo territorio que fue peruano.

Entonces, pues, si Chile no accede finalmente a dar salida a Bolivia por lo que fuera territorio boliviano, debe ser la justicia internacional la que venga a satisfacer una pretensión a todas luces legítima y digna del apoyo del mundo.

Publicado el 09 de junio de 2012 en el diario La Razón.

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