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Miércoles 13 de junio 2012

La voz de nuestra historia

Por: Daniel Parodi.
La voz de nuestra historia
Foto: Medios

¿Qué es la historia? ¿La concatenación de los hechos que ocurrieron en el pasado o la narración que da cuenta de aquellos hechos? ¿Cómo se origina el relato de la historia? ¿Cómo se transforma en el discurso que fija la identidad de una nación?. La Voz de Nuestra Historia, de Eduardo Torres Arancivia, -recientemente publicado por el Fondo Editorial de la UPC- nos acerca a una respuesta peruana a dicha interrogante y nos conduce a un fascinante recorrido por una estación del pasado en donde la voz humana tiene la capacidad de influenciar en la vida cotidiana y en la decisión política.

Torres transita un marco temporal más bien amplio - desde el siglo XVI hasta principios del siglo XX- pero encuentra dos pilares que orientan transversalmente su obra: la oratoria religiosa y la oratoria política; en otras palabras, el sermón y el discurso. Es así como el providencialismo católico y el insurgente liberalismo político definen sus espacios de actuación y se confrontan una y otra vez, como ante la agitación ilustrada del siglo XVIII o la guerra de la Independencia de principios del XIX.

En la tercera parte de su trabajo, Eduardo Torres analiza los discursos político y religioso que se proclamaron durante la Guerra del Pacífico. En estos pasajes de su obra, Torres se anima a explicitar su posición frente a la actuación de los oradores, a quienes critica por azuzar a las masas y prometer un triunfo militar imposible: “Desde el Presidente (…) hasta el más común diputado, todos ellos se lanzaron a la palestra para azuzar a la masa y convencerla, sin fundamentos fácticos, de que la victoria sería del Perú”.
Además, Torres recrea un conjunto de autocríticas de la post-guerra que provino de voces ideológicamente antagónicas, como las del clérigo Roca y Bologna y del ensayista Manuel González Prada. Para Roca, la derrota peruana fue una expiación de los pecados cometidos antes de la contienda. Por su parte, González Prada cuestiona con dureza a las generaciones responsables de la tragedia y sentencia que en el Perú “los viejos deben temblar ante los niños”.

Mi única atingencia con Eduardo Torres radica en su posición frente a Miguel Iglesias. Yo coincido con Torres cuando afirma que el colaboracionismo de Montán buscó evitar la guerra de razas que a las élites terratenientes aterraba; pero, precisamente por ello, sostengo que la motivación tras el supuesto sacrificio político de Iglesias fue la defensa de los hacendados y no el advenimiento de la paz.

“La Voz de Nuestra Historia” es un acierto del Fondo Editorial de la UPC en su importante incursión en el mundo de las humanidades y nos muestra a un historiador talentoso que va alcanzando tempranamente su madurez intelectual. Eduardo Torres Arancivia concluye con una pertinente reflexión sobre el presente que es menester considerar en tiempos en los que la estabilidad política y la paz social parecen lejanas utopías:

“Que este libro sirva, entonces, para recordar que hubo momentos en la historia del Perú en que mil palabras podían tener la fuerza avasalladora de un ejército. En Los tiempos actuales, en que los políticos parecen recurrir a lo más elemental del lenguaje, recordemos la importancia que este tiene en un mundo en que la comunicación y la argumentación constituyen la clave para que podamos entendernos en el complicado panorama de nuestra propia diversidad”

Publicado el 13 de junio de 2012 en Diario16.

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