Pataleta en Antofagasta

Somos parte de la inmensa mayoría que cree que cuanto menos se discuta o se desgañite públicamente sobre el diferendo marítimo con Chile sometido a la Corte Internacional de Justicia de La Haya (CIJ), mejor que mejor. Flaco favor se hace en este tipo de contenciosos, ingresando a dimes y diretes con la otra parte y peor a través de los medios de comunicación, máxime cuando puede resultar contraproducente a los ojos de la CIJ.

El mutis es la mejor respuesta a las provocaciones y pataletas provenientes del país sureño, convencidos como estamos de la solidez de los fundamentos jurídicos que amparan nuestra demanda de reivindicación marítima y de confirmación del punto de inicio de nuestro límite terrestre con Chile. A pesar de lo dicho, pergeñamos unas líneas sobre lo ocurrido en Antofagasta con motivo de la IV Cumbre de la Alianza del Pacífico, sin duda uno de los foros de integración económico-comercial a los que el Perú debe darle la mayor prioridad.

El Presidente Humala –quien, felizmente, se decidió a asistir a la cumbre–, a una pregunta periodística en torno a los trabajos de desminado del lado chileno de la frontera común, manifestó que dichas labores se ejecutarán en su territorio y en “parte del territorio que está en cuestión”(léase, ante la CIJ). Esta declaración –no muy diplomática, pero absolutamente veraz–, provocó por separado la respuesta airada del mandatario sureño quien arguyó que el sector objeto del desminado “no tiene nada que ver con materias limítrofes”.

Lo cierto es que lo único que no tiene que ver con el contencioso que se substancia en la CIJ son las malhadadas minas que deben desaparecer, porque parte del terreno donde están plantadas es precisamente el área que el Perú legítimamente reclama ante la CIJ, en aplicación del Tratado de Ancón de 1883 y el Tratado de Lima de 1929 y su Protocolo Complementario. Punto y basta. ¡Amén! (Con información del diario Expreso).