Cambio Climático: ¿cambios al fin?

El “semi éxito” (o, equivalentemente, “semi fracaso”) de la reciente Cumbre sobre el Cambio Climático en Durban ha sido un recordatorio de lo difícil que es, más allá de las declaraciones y promesas protocolares, lograr verdadero avances en la mitigación y adaptación al Cambio Climático.

Los modestos acuerdos de Durban dan pie al pesimismo: se ha pospuesto 4 años más la toma de una decisión global y la asignación de responsabilidades para la reducción de emisiones. De igual forma, no se ha aclarado de dónde o de quién saldrá el financiamiento para la adaptación al Cambio Climático en los países en vías de desarrollo (el tan mentado “Fondo Verde” de las Naciones Unidas); y es que, en estos temas, la responsabilidad de todos termina siendo la responsabilidad de nadie.

Así, ante la falta de una acción internacional concertada, la temperatura atmosférica seguirá elevándose en un estimado de 2% o más en las próximas décadas. El impacto para el Perú de este fenómeno será severo, en particular sobre las fuentes de agua, lo que tendrá graves repercusiones económicas; pero también sociales, pues el acceso al agua es hoy uno de los temas más conflictivos de la agenda nacional.

Ante esta situación, es necesario que la política ambiental del Perú se sustente en una visión realista, en donde se reconozca que, al menos en el corto y mediano plazo, no podemos esperar mucho de la comunidad internacional, pues los intereses de las grandes potencias se han constituido en barreras formidable para el logro de un acuerdo global sobre el Cambio Climático.

También es justo reconocer que debemos superar la visión tradicional, que presenta al Cambio Climático como otro episodio más del conflicto norte-sur, entre las grandes potencias tradicionales y el mundo en vías de desarrollo. La realidad de hoy es más compleja y menos idealista, con crecientes brechas al interior del bloque del sur. Países como China, India o Brasil, que han completado o están completando su transición a súper potencias, no pueden seguir jugando impunemente la carta del pobre y subdesarrollado para eludir sus responsabilidades medioambientales; cuando dichos países ya figuran entre los mayores contaminadores a nivel mundial.

El Perú juega con relativa ventaja en este contexto: no somos un contaminador importante, pero nuestra capacidad para contribuir a mitigar el Cambio Climático es considerable, gracias a la Selva Amazónica y su enorme capacidad para absorber carbono de la atmósfera. Ello exige replantear nuestra visión de uso y de este valioso recurso natural; ya no basándonos en el consumo destructivo, sino más bien en la preservación; porque en esta época de paradigmas cambiantes, progresar ya no puede ser sinónimo de destrucción.