El gobierno del presidente Humala administra bien la economía. Cuida del equilibrio fiscal y de la estabilidad de los precios. Respeta al mercado y no interfiere con medidas controlistas. Mantiene un discurso y un tono orientado a lograr el incremento de la confianza en el país, como destino competitivo para la colocación de capitales de riesgo.
Sin duda, en el análisis coyuntural, el resultado es aprobatorio.
Es necesario, sin embargo, tener una lectura realista y prudente sobre la situación a medio plazo para lograr la sustentabilidad del desarrollo. Sectores minoritarios, por intereses políticos menudos, no pueden comprometer el futuro de la economía peruana. Es decir, no pueden poner en riesgo el bienestar y las expectativas de las mayorías, que entienden que solo con inversiones y trabajo resulta posible vivir mejor.
Desde el inicio de la actual administración las fuerzas retardatarias han logrado obstruir al proceso de concreción de nuevas inversiones. Han utilizado argumentos efectistas y, en muchos casos, falaces. Han antepuesto consideraciones locales a los objetivos nacionales. Han ubicado al Gobierno en el terreno del diálogo, mientras que aquellas fuerzas, conscientes de la fragilidad de sus argumentos, solo emplean la violencia.
Pero curiosamente algunos medios de comunicación social cuestionan a quienes dialogan y ensalzan, de manera sutil, a quienes atentan contra el futuro de la sociedad peruana. El nudo gordiano que bloquea el desarrollo debe ser cortado, porque los tiempos para concretar los nuevos proyectos de inversión se acortan y por ello se puede poner en riesgo el futuro de la economía nacional.