Si queremos eliminar de nuestra presencia a un árbol, jamás lo lograremos si procedemos a cortar hoja por hoja. Para eliminarlo, debemos ser conscientes de que es un todo, y que es a partir de la raíz que se reproduce. De igual modo, si queremos liberarnos del analfabetismo, del calentamiento planetario, de la pobreza, del desempleo,… ¿no sería más correcto identificar primero el origen de todos esos males?
¿De qué sirve contar con un buen programa educativo si no contamos con los recursos suficientes para pagar correctamente a los profesores, adquirir el material y la infraestructura educativa acorde con el nuevo programa? ¿De qué sirve, incluso, contar con todo ello si los alumnos no disponen de los recursos suficientes para alimentarse adecuadamente, menos aún para realizar actividades extracurriculares muy necesarias a una buena formación?
Lo mismo diríamos, ¿de qué sirve inscribir en nuestra Constitución el reconocimiento de los pueblos y naciones olvidados, si ellos no cuentan con los medios para alimentarse, vestirse y alojarse como seres humanos; menos aún será para hacer valer sus derechos reconocidos por la Constitución? ¿Cómo podemos enfrentar a los males que nos ocasionan las transnacionales extractoras de materias primas, si el país vive con una alta tasa de desempleo y de pobreza?
Reconocer que la pobreza antecede a todos estos males no es suficiente. Es necesario ubicar cuál es el origen de la pobreza. Y mis investigaciones me conducen a afirmar que el origen de la pobreza se encuentra en la Repartición Individualista del Resultado Neto de la actividad económica. ¿En qué consiste la Repartición Individualista?
Desde hace diez mil años aproximadamente, la totalidad del esfuerzo de un pueblo es apropiado por un número reducido de personas de una sociedad. En la sociedad esclavista o feudalista, el amo, señor feudal o gamonal, se apropia del 100% del resultado del esfuerzo de todo un pueblo. Ese es el inicio de la Repartición Individualista. Unos trabajan y otros disfrutan del resultado, sin trabajar. Con la evolución de los procesos de trabajo, esta noción de Repartición Individualista se precisa aún más.
Desde hace unos seis siglos el proceso artificial de producción remplaza a los dos procesos naturales de producción. Es decir, como forma de trabajar, la máquina remplaza a la tierra cultivable y, por consiguiente, la sociedad industrial se impone a la sociedad campesina-primitiva (agricultura y ganadería). En estas nuevas condiciones generadas por la evolución de los procesos de trabajo, la Repartición Individualista se exterioriza de la siguiente manera:
Primero, en lugar del gamonal, del feudal o del amo, es el empresario quien se apropia el 100% del Resultado Neto de la actividad económica. En una economía industrial, el Resultado Neto toma la forma de las Utilidades de la empresa. Entonces, en una economía industrial es el empresario que se apropia del 100% de las utilidades de su empresa. Una noción bien internalizada en el comportamiento de las personas y sacralizada en la Constitución y en las leyes.
Segundo, la Repartición Individualista, en su desarrollo, crea un mecanismo llamado Configuración Mundial. Es este mecanismo que facilita el drenaje del valor agregado por los pueblos del planeta Tierra hacia el centro del poder económico mundial manejado por las grandes empresas multinacionales. Para ello, las grandes multinacionales se sirven de los límites territoriales que definen los salarios por país; de las monedas nacionales y de la moneda principal de referencia; de la división internacional del trabajo mediante el cual unos se dedican a producir y otros a concebir el producto; el manejo del precio de los bienes económicos a nivel mundial, etc. Todos estos mecanismos de drenaje a favor de los centros de poder, vienen acompañados de la fuerza, de la violencia, ya sea en forma velada o simplemente por intervención directa.
El resultado es que hay “empresarios” que trabajan duro y no sacan ni para el té, mientras que otros empresarios, que manejan el acto económico a nivel mundial, ganan miles de millones de dólares sin mayor esfuerzo. Aparte de que, en los países de abajo, los salarios se reducen de más en más, y el desempleo sin ayuda económica alguna, se masifica.
Es importante comprender, entonces, que en la raíz del problema se encuentra la Repartición Individualista y su mecanismo de extorsión, la Configuración Mundial.
Esto nos conduce a precisar que nuestro gran reto es substituir la Repartición Individualista por otro tipo de repartición que permita que el resultado del esfuerzo de todo un pueblo, presente y pasado, vuelva a ese pueblo, en igualdad de condiciones, como lo fue en los primeros estadios de desarrollo del ser humano. Un tipo de repartición de las utilidades que reconozca a todos los habitantes de un país, como miembros de una sociedad.
Hablar de Transformación, sin haber comprendido la raíz del problema y el reto que enfrentamos, es como querer cortar una lámina de acero con un serrucho de carpintero.
Cusco, revisado el 28 de junio del 2012.